Oye, como llueve estos días, me dice una rana.
Yo miro, todo el paseo inundado, mira a la terraza que me aluniza donde aquella belleza apaga el Sol, miro al agua, que soñé surcar hace años con mi piragua, miro a la terraza de estratachiella, hoy triste por un día que no invita y finalmente la miro, si a la rana. ¿Me hablas?
¿me hablas?, ¿meeeeee hablaaas?, ¿m m m eee hhhhaaaaaablas?. Si te hablo, o como el señorito está aprendiendo idiomas, ¿a mí no me va a querer atender?.
Si hombre si, como no te voy a querer atender, pero ten en cuenta que estos días dicen cosas muy raras y me despistan.
- ¡ Qué te despistan!, dímelo a mí. Me llega un calamar volador y me pregunta.
¿Tu crees que me han enviado a este charco pero que necesitaría algo más?
Oye yo como rana me conformo, no me voy lejos, puedo estar fuera del agua, la hierba en estos parajes, se hace agradable, en fin...
- Ya, pero yo, me muevo muy rápido, necesito sal, recorro inmensas cantidades de terreno. No crees que confiarlo todo a este trocito de agua, me asfixiara.
- Cuando te han enviado a este charquito, ¿han enviado a alguno más?.
-Uy si, están muy contentos dicen que van a colonizar inmensas tierras (por cierto, no lo digas, pero para mí que muy ricas), lo raro es que mientras a mí me ponen me dejan en esta pequeñez a los otros, les mandan a las mejores aguas, con mucho de donde comer, en fín un cielo.
- Y ¿qué te dicen?
- Nada, para mí que saben que soy fácil de conformar. Cuentos de princesitas, aromas expandidos y a otra cosa mariposa.
- La rana me confiesa que se quedó admirada, como pueden dejar a un triste calamar patrio sin ayudar y los demás, ofrecerles todo. ¿Tú que piensa?
-Yo, yo, bueno, es que nuestros calamares son muy buenos
- Así te va, caracol
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