lunes, julio 08, 2013

El porque no me llaman los del Treckking

Voy sobrado, hoy no he podido desayunado bien, pero me voy donde me abrieron la puerta a este tercer encuentro, con mi amada. Allí, tranquilo, decido que no será para tanto, es buena mañana y todo brilla. ¿todo?, mi cabeza navega en una peligrosa condescencia consigo misma; ¿no eran suficiente aviso antes de levantar el ancla?

La llegada se ha puesto dura, preguntas y más preguntas de si verdaderamente tenía pensado llegar allí. Off course, menudo soy yo,  efectivamente he llegado con una cierta falta de oxigeno que ha permitido poner mis necesidades en manos que siempre sé que no me gustan; al final, al mercado, ¿quien me había dicho que yo no tenía paciencia para comprar?, por supuesto que sí, aunque como resumen final, dos libros y sólo una prenda de las muchas que había confiado comprar.

¿Algún día me vestiré con hojas? Y si me paso a lo electrónico, seré capaz un día de aparecer desnudo, porque no he sabido que comprar lo que necesito. He encontrado un libro que informa de como coger sus hojas para hacer un traje. Uff, lo leeré, si antes no necesito utilizarlo.

Descanso merecido, en un anonimato buscado y merecido, quizás infructífero, pero entusiasmado porque una karaoke multitudinario convoca durante horas a valientes que se lanzan a cantar y algunos a interpretar, con un entusiasmo que contagia a un público educado y agradable que acompaña a esos osados.

Se oye Imagine, en el muro, no puedo, otra vez más, cuanto añoro a Lennon, primero porque era humano y luego porque busco crecer y nos dio parte de si mismo.

3 x 3 eternos nuevos entusiastas juegan entre el individualismo y la confabulación de los tiempos llegados. Y si, tras otro intento de compra, peligroso cuando se me va la cabeza: inicio una bajada a los infiernos dantescos. Primera pregunta, respuesta la lógica, para ir en metro. No, no hay problema. Una hora después, para ir en metro, no, no me importa, una hora después; necesaria reafirmacion pero ya no tan seguro, no te preocupes, he corrido el marathon (aunque estoy hasta los mismísimos),  ya me entrego en manos de cualquiera. Por supuesto, no es ella, o si; o me caigo, pero la cogeré, la acaricia y aunque me desequilibré la tomaré en mis manos. ¡Cómo está la cerveza!

No hay comentarios:

Siameses y mercader

Siameses y mercader
Zaida, Fernando y