domingo, julio 14, 2013

Encuentro emocionante en una libreria berlinesa

Por fin, este viernes, me lanzaré a tropezar, o con el señor de las bicicletas, o con los de la biblioteca o con mis compis, al final he comprendido, por ahora, que comerse la vida, porque se nos vayan seres queridos, es caminar pasito a pasito, sintiendo lo que eres, porque has sido.

Y una vieja librería, esta vez, metido de lleno en la zona de la antigua DDR, hoy su principal avenida, un escaparate, en donde no encuentras vida. Te hace dudar, inconsecuente por vivir acomodado a una vida de esfuerzo, pero controlada, si es tan verdad ese capitalismo, inhumano, insensato, apoyado en mordidas infames, en publicidades de sus paraísos siempre costosos al trabajador, apoyados en medios de comunicación sin escrúpulos para ofrecer las versiones interesadas que les hagan sentirse tan poderosos como miserables; como pudiera ser un comunismo, atento al ser humano, despreciando la especulación y ganancia obscena, pero  que también fue cercenado por seres que siempre se van a creer únicos, cuando se les haya delegado la única tarea de colaborar en el buen funcionamiento de la sociedad.

Y en calles, más obscuras, cerca de una casa que me recuerda el gran esfuerzo hecho por un grupo de personas en Guada, por dar vida a espacios muertos. Allí la librería, primero renunciando a la ayuda de la persona presta; pero hoy no. Preguntaré por un libro que me pueda ayudar a acercarme más al alemán. Libro, hoja en español, paralela en alemán, guau, a por él.

Después de un puñado de páginas, (¡al menos se me quedará algo, la música, la composición de las palabras..., yo que sé); comprendo que aunque sea en español, pero Góngora, Mateo Alemán, Cervantes, Quevedo, Tirso y Antonio de Villegas, tampoco es que fueran fáciles en castellano. ¡No aprenderé!. Pero sólo me queda la mitad, pesado.

No me conformo, le explicó que lo que me suele ayudar mucho son los libros sobre historia reciente: aunque no entienda las notas, me suena el contenido. Se va, ¿que habré dicho?,.. alguna burrada; ah, ¡no!, aparece.

"Brigada Internacional", siento el resuello de cada uno de los compañeros que vinieron de fuera para apoyar a una causa justa, a una democracia; claro que con errores, principalmente, provocados por quienes amparándose en las reglas de ella, la insultaron, la vilipendiaron y la enajenaron (vergüenza de una política que desprestigia este momento desde la infamia de esconder todos los contextos que se sucedieron).

Si, los chicos de Alemania, que ya contemplaban impotentes el ascenso del nazismo; de los ingleses, como el protagonista de la novela de Ken Follet y que vieron como su país se auto justificaba para no apoyar una democracia y quizás, su miseria alimentó al monstruo que luego se llevo por delante a muchos de los suyos. Veo al chico americano soñador, al australiano. Tantos y tantos que están ahora despiertos ante el fascismo económico, que no tira bombas pero juega con la economía de los países de una forma impune, amparados, o por los inmediatos advenedizos que anteceden a los Tom Joabs del mundo para servirse de la bazofia que le habrá dejado en los cubos los que agradan su inmensidad, o por los que dicen hablar del más allá, pero agarran el dinero del acá para transmitir un mensaje que no es fácil de entender: doy la exclusividad a quien me la va a dar a mí (ya quisieran dar o la calidad, o la equidad, o la justicia que dan por ejemplo, los servidores al público).

Y si, no será quizás a la primera, quizás no a la segunda, pero entendiéndote, intentaré que cada línea tengan los paseos por los jardines, donde ahora hablo, con el lenguaje de los días caducos, con aquellos que se posaban en ramas o surfeaban  en hojas, que se relamían con el sabor de los guisos maternos condimentados con las lágrimas de quien temía ser desgarrada por la marcha a busca una justicia acuchillada por la ambición de seres que posean palabras, pero a las que quitan el corazón, para llenarlo de ambiciones huecas (revelador saber, como su amor a la patria, fue vestido en traje de noche del dinero, para que no intervinieran en la Segunda Guerra Mundial).

Encuentro emocionante, no le puedo hablar a esa persona, volveré, gracias, Brigadas Internacionales

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