martes, septiembre 10, 2013

Vas por las calles de Madrid. Si es ella

Ves a una mujer enojada, muy enojada. Te preguntas que hace, el porque de su enfado. Al lado policias, entre ellos manteros o quietos o huyendo o asustados. Te suena que el orden es que todo vaya según la legislación. ¿Estará esa mujer encomiando la labor de la policia?.

¡No, no está hablando del ser humano!, del nacido, que tiene derechos, que ha huido de la misería, de la opresión, (amor a los Lampedusa, a los pequeños Lampedusa como Berlín), para caer en mano de otros opresores; queremos tranquilidad, cuando nos hemos comido sus productos esquimaldos de su tierra, hemos puesto un aluminio para que su sudor no nos riegue. Y ahora, como entendí alli, desde nuestra mesa, escribimos palabras sin compromiso.

Nuria, no, Nuria, ella les indico que ¿por qué aquella saña?, ¿por qué el odio al indefenso?, ¿por qué hacerse un miserable un servidor civil, funcionario, al despreciar a un ser humano, cuando tiene que callar ante personajillos a los que ha escoltado y que han estado cobrando por asistir a inauguraciones?

Su enfado, tiene el pálpito de cada sístole y diastole, de cada noche sin abrigo, de cada mañana con galletas caducadas, sólo aptas para ministros.

Les dijo que despertarán ¡servidores públicosde la ley!, a sentiros humanos, antes de que un día descubráis que estabáis  a los vendedores que se mofan de la sociedad, de la "ley" al decir que rompen un disco virgen a martillazos, sabiéndo que el original estaba quitado. El clamor de ella, el clamor de quienes sentimos el calor del sentimiento, nos dice que penséis, que el que vende a un euro, algo que no debiera, es insignificante ante políticos y abogados que se mean ante la justicia al decir semejante sirvengonzada: rompen algo que estando virgen y dándoselo a la justicia demostraría que la estaban ayudando.

Si al menos, tenéis que vivir, sobrevivir porque la sociedad la hemos hecho así. Ser humanos con quien sólo busca convertirse, también en un ser humano, porque nuestra relaxing sociedad, les ha vejado a condiciones indeseadas, incluso por los golpeadores de pechos, que esconden sus miserias en los ventanales y piden manos libres desde sus lobrezgas recónditas almas.

Pedía ella corazón, como seres casí mitológicos pidieron para el débil, el sometid



Y ¡si!, no lejos de allí, encuentras a gente ajena al corazón de la ciudad, tomando un café con leche en un lugar pintoresco y escuchándo allí a un personaje que aprendió a mimar la cercanía, cuando todo en ella era tan lejano, tan superficial.

¿Por qué nos estamos dejando robar nuestra sonrisa, nuestra capacidad para la solidaridad por vendedores, mercaderes que nos arrojan migajas, cuando valemos muchísimo más que ellos?

Gracias a tí, Nuria, por demostrarnos que los habitantes de los Lampedusa, son mucho más personas que quienes, Icaros acomodados por sus dueños, se someten al mismo, para devaluar una sociedad engañada, a los criterios de estos pérfidos mentores.

Y sabemos que el camino está lejos, para que las palabras de apoyo a estos seres humanos, se conviertan en el hecho de una vida digna.

Fuerza

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