Acudo a las asaltadas pistas de atletismo en la época donde pillo los grandes enfriamientos. Cuando huyo de allí para evitarlos, encuentro a dos personas que estimo mucho. ¿TEMA? Cataluña, y de alguna manera me indigno, ¿también a estas personas les han inyectado esa enfermedad llamada nacionalismo?; español, catalán, me da igual. Escribía la semana pasada sobre algunas de las ideas que la película "Hannah Arendt" habían producido en mí.
¿Sentirme de un pueblo?
No, sentirme de las personas, de quienes me respetan (no me respeta quien dice que un dictador murio por un país y no acordarse de maestros, por ejemplo, asesinados o apartados de sus puestos en la postquerra), de quienes me tienen en cuenta como ser humano.
Ayer me resultaban curioso, (pero mucho más, revelador), el grado de maldad que poseen algunos seres humanos. Después de la que ha organizado en la Comunidad de Madrid: televisión podrida, Bankia, quitada a "hijos de puta", sus gobiernos llenos de imputados. Esta señora, en su obsesión por el poder, actúa como un ser lógico (por eso encuentro la más terrible maldad: el fin justifica los medios) y plantea una visión sobre Cataluña, próxima al entendimiento mutúo y a los puntos de encuentros. Justo en el momento, en el que mis queridos colegas empiezan a dejarse guiar por la sinrazón.
Al menos curioso, en este mundo, siempre vamos por detrás de los que nos gobiernan y sobre todo siguiendo, sus líneas, habiendo dejado de pensar, siendo seres anulados en esa capacidad.
En la misma línea, cuando nos han arrollado con temas de los que han hecho puñales para la sociedad, aparece su máximo mandatario, Francisco y les dice: nuestras enseñanzas no sólo están basadas en esos tres temas, son mucho más.
Y entonces me acuerdo
De como estas instituciones españolas, financiadas por todos españoles, nos han masacrado defendiendo unas vidas y maltratando otras,
De como han fijado la denominación de las uniones como si ellos fueran los que ellos poseen las letras, las palabras; incluso en el mundo en el que no viven
Y concluyes, entre penas sociales, solidarias, cómo unas creencias, de forma torticera, ha vendido sus ideas todo por el poder, y este, sabiendo la influencia de la primera, le paga, de forma cruel para nuestro sistema de enseñanza.
Y callarán, estos jerarcas ante las palabras de su máximo representante porque aman el dinero, el poder, sus vidas, y odían, o por omisión o por al acción al "otro". Y me pregunto ¿qué tienen que ver las palabras de aquel su elegido?
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