viernes, febrero 17, 2012

Carnaval

Esa máscara, ¡cómo me gusta!, me da tantos réditos. Antes saltaba, y iba superando los obstáculos sin problemas de tal manera que me acercaba a mi objetivo, sin perder para nada los alimentos que me hacían seguir para adelante, ¡eso si que es alimento!, nunca me fallan; el soporte de estos productos, haría entre los humanos el efecto que los enfervorecidos y desquiciados crédulos hacen cuando creen que tienen que seguir una idea, aunque una vez digan una cosa de forma imperativa y otra vez, digan lo contrario, con la misma rotundidad y firmeza.

Ahora ya he llegado, feliz en mi asofado viaje

Por lo tanto, he pensado que ahora no quiero más obstáculos, quitados estos y seguido ciegamente me dispongo a hacer lo que me da la gana. ¿Qué os parece?

Por lo pronto, voy a convertir en realidad a unos guiñoles,  me vestiré marcial mente, para eso hablaré con vendedores de esas trajeadas ideas, le pediré que en ese momento no venda más (je, je) y como ser supremo le enviaré al frente de toda mi artillería pesada, para salvarnos de estos terribles seres, incluso como apoyo le enviaré a seres etéreos y necesitados de cariño, que cabecitas locas a veces entre la familia,  para que sean tenidos como gloriosos luchadores de honores guiñolizados. ¡Qué esplendorosa llanura!. No habrá nadie que pueda cuestionar mis buenas intenciones.

Luego, me desharé por un momento de mi porte y cual haragán iré a pedir a los poderosos y para sentirme también yo como ellos, las migajas las esparciré entre seres que son felices, en su hambruna con lo que se les va dando. Comerán de mi mano, pero cada vez, les iré quitando alimento. Les veo cada vez más coloradotes y satisfechos de si mismos. ¿Igualarse con un chupóctero?, jamás; nos hemos juntado unos cuantos de los míos y ya tenemos la estrategia; en nombre, de la buena alimentación, les reduciremos aportes a su dieta. Seguro que luego, cuando les demos un poquito más, exhaustos, nos verán como salvadores y caerán rendidos: Animalitos, ya nunca volverán a ser lo mismo y sin embargo tan agradecidos!.

En fin, tengo trajes para todos, les cuento. El maravilloso puesto de caddie, ¿quien se negará a llevarme los palos?. Les ofrezco mi cariño, mi amor e incluso si me asesora bien, y soy un golf ista de clase, entre los míos, le haré creer que es parte de mi panda; además podrá estudiar, con lo que le vaya dando. No me preocupa, un haragán, me han dicho, ya se ha encargado de ponerle los límites, ¡iluso!.

Y, bueno, tengo para todos..., pero ahora eso sí, ya siempre en el llano, ¡cuidadito!

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