Pedaleo al lado de una línea de Ave; voy despacio y disfrutando de esta primavera retardada. Ahora quiero ver el horizonte lejano, cromático, juguetón, enamorados espejos en un caleidoscopio, pero bañado en las sombras por la vida tapiada en cada una de las casas que resiste esta época decadente, sometida por una sobrevalorada entrega a un sucio capital, dador de unos televisados mundos que son rellenados en plasma y botos.
Pedaleo en los sobrios baches, mecedoras a encuentros con las sabias palabras de un Fernando Savater que repudia el fútbol, eso a lo que tanto seguí y sin embargo, tan vacío y embarrado se presenta en paneles en los que veo ensalzados a especuladores y a destructoras de lo público en inexplicables fotos retocadas entre sus desastres. Se expandieron entre páramos, alcarrías, mesetas y mares, provocando tornados sin penitencia.
Paro, enfangado, más lento, más lento y cansado y sin embargo, respiro, siento las callosidades en toda la planta de mi pie. Entre la musicalidad de los trigos granados, noto personas que empiezan a caminar sintiendo las manos cercanas, para ahora, si ser más, por juntos, solidarios y abrazados no por la insustancial palabrería de vendedores, servidores encadenados a dioses.
Y hueles, la explosión de la sencillez envuelta entre las flores y plantas que se expanden como la banca ética ante los dadores de grilletes, o sueñas coger con la espiga el globo del sol, para pasearte liberado de las bondades de las grandes empresas eléctricas, insaciables punidoras pese a powers sin alma.
Y, paras a atarte el lazo desecho, que un día no podrás, y escuchas los mensajes eternos de los abuelos que sintieron cada brizna del cultivado alimento y ahora trabajan poderosos para buscar su siempre digno futuro, entre cohousing que les haga libres de caridades siempre, hábilmente cobradas. Por, eso, decido no andar en un rato para escuchar susurros éticos:
Explicando los malabares de las pensiones. Vicenc navarro
Finanzas éticas
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