Es una nueva experiencia escuchar y dar la opinión tranquilamente, creo que por fin lo conseguiré, no sulfurarme cuando alguien diga alguna cosa rara. He comprendido que nadie hay más raro que uno mismo; pero claro, entra un león en la habitación, no para nada alarmarse, avisa que estará en son de paz y que llega recién comido (a saber quien, pienso yo) y que debemos saber que esa saciedad le durará al menos una semana. Entonces ¿A que viene? me pregunto yo inocente. Bueno parece ser que se ha quedado en solitario o eso quiere hacer ver, y que necesita colaboradores para atrapar la caza, que cada vez más se le está escapando.
Le escuchamos atentamente, aunque podemos afirmar que casi todos somos herbívoros aunque a decir verdad nos apetece saltarnos las reglas de vez en cuando. Pero claro, así como inocente, nos ha dicho que existe una carne que es la más sabrosa, la que cocinada con la salsa adecuada nos haría que entráramos en el quinto cielo del paladar. Hombre dicho así a quién no le pica el gusanillo y hace sus planes para encaminar su vida hacía otros derroteros que parecen más placidos. Yo, debo reconocer, que había empezado a proyectar vivir en lo máximo.
Mira por donde, en el interim salgo a correr, siempre intento volver al mismo sitio aunque parezca que huya, y se dirige a mí una cabra, joder como estamos, pienso yo; me he querido hacer "el longui" porque a ver quien cuenta eso, y no piensa como conclusión que estás como la susodicha. Pero, ha insistido en hablar.
Me dice, oye, por la pinta y por lo que he visto tu eres de esos de los de las hierbas. Le he reconocido que sí y me ha rogado que este año con esta sequía no nos cebemos con los vegetales y comamos un poco más carne, para que no haya un exterminio por falta de pastos.
La verdad que cuando me pongo, me da por hablar y esta vez no iba a ser menos. Le he terminado confesando la historia del león y lo raro que me parecía su invitación a comer sólo la carne de un determinado animal, cuando podríamos pensar que contra menos gente haya en lo mismo pues más para él.
Pero la cabra de tan mala fama entre nosotros, me ha demostrado tener la cabeza y cuernos en su sitio. Mirar en esta ultima época, nosotras, las ovejas y las vaca, fuertes pero plácidas, hemos llegado a la conclusión de que cuando estamos entre medias de estos animales, insulsos, torpones e incluso a veces, estúpidos, los leones tienen más problemas para cazarnos e incluso hemos llegado a ver alguno exhausto después de semanas de inanición y de haber recibido unos cuantos arreones que les ha bajado los humos y el número de dientes.
La verdad que me he puesto de mal humor, por que he pensado; se me acerca pacífico, agradable e incluso para mi gusto demasiado dulce y aunque he aprendido, que nunca de los leones y de otros seres insaciables no me debo fiar nunca, pero he dicho, bueno, lo mismo puede haber una colaboración.
Pero nada estos leones son imposibles; cuando pueden devoran por si mismos y si no se buscan maquiavelicas tretas para que otros les habrán camino. Lo curioso es que se acerquen hasta a convencer hasta a sus potenciales enemigos.
Me he dicho: vaya con los leones, parecen como los empresarios, millonarios y sus adlateres que cuando ven que los sindicatos pueden hacer reflexionar al trabajador, unirlo y defenderlo, con sus imperfecciones, manda a simpáticos mercurios para poner el foco en los defectos y de esa manera, poner al trabajador contra el trabajador.
Y en fin, yo me he dicho, mira cabra, no me puedo creer lo tuyo, que hayas adquirido un nuevo lenguaje, como yo otro, pero bueno, al final todos parecemos entendernos y yo seguiré con lo mio las hierbas; cuidaré el campo y la naturaleza y seré consciente del cuidado del agua y al jugador de golf en tierras de secano, mágicamente convertidas en regadío, al empresario que cree que rebajando la condición del ser humano le puede tener subyugado y al león tan poderoso como intrigante que me dejen en paz; yo voy sabiendo donde debo estar.
¡Vaya con el león!
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