sábado, diciembre 03, 2011

invisible

Puedes ser un respetable chico, entrado en años, que puedes ser apreciado, a lo lejos, por un gran número de personas. Te pueden dedicar un minuto, o en comentarios decir que es majete. Pero, a veces hierve la mente, que por suerte y desgracia no para de elucubrar durante todo el día. Un día, rompe una pequeña cortina que tapa vergüenzas sobre las que llevamos años intentando vivir, basuras sin consistencia que cuando se van asentando, producen profundas grietas por las que van siendo engullidos seres, intentas no cercanos. Ese día, descorrer la cortina, te pone de cara a otras opiniones establecidas sobre tí. Descorrer la cortina, es decir que todos tenemos nuestra responsabilidad, y así debe ser siempre, pero es poner de cara a un pequeño espejo, a un inmenso poder que para crecer debiera conocer el pasado, conocer que a su ambición monetaria, y su ambición de tenernos atrapados para no poder ser nosotros mismos, sino seres pensantes en satisfacer una deuda, siempre le surgen problemas de mínimos conocimientos matemáticos, de mínimos conocimientos históricos (los arbitristas, en el siglo XVII ponían en cuestión el método de crecimiento capitalista, crisis de 1929, 1993) y por lo tanto, cuando ahora quieren focalizar en el funcionario (invisible y despreciado durante su época de crecimiento)o en las capas que, a veces apagan sus miedos en fármacos placebos. Tienen la esperanza de que utilizarán sus diferentes ejércitos: mediáticos (siempre fieles y fanátizados con sus cochambrosas barrigas agradecidas y TDTizadas),jurídicos, cimentados en un sistema que tienen raíces franquistas y por último, también utilizarán a quienes cumpliendo su deber les toca ahora proteger las acciones de quienes hace unos pocos años, pusieron en dudas su imparcialidad, su eficiencia y por lo tanto su honestidad, sin a cambio percibir ni tan siquiera la amonestación de la anterior segunda pata que andaba demostrando su fortaleza con un juez que les había recordado que sigue habiendo perdedores, en una guerra que como vencedores tratan de demostrar que ya paso (olvidando donde se encuentran muchos compañeros que habían actuado dentro de una república, tan imperfecta, como la monarquía actual). Y sí, descubrirse, es quedarte desnudo, porque la insensibilidad del poderoso, que ha absorbido a quienes les sirven fieles porque las migajas recibidas satisfacen sus hambrientas bocas cotidianas, golpea en el desaparecido su apagada vida que brinca muy interna para no rebelar la ilusión de cada día, en mostrar lo conocido, viajar segundos por las vidas que se les antojan eternas, ilusionarse por mostrarles diferentes caminos, que finalmente ellos recorrerán. Y estar moderadamente sólo, para enfrentarse con el monstruo que siempre está ahí, te permite superar mejor las vergüenzas de tu desnudez, pero despliega velas a paisajes divesos

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Siameses y mercader

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Zaida, Fernando y