Ese dragón murió de inanicción, asustaba, quemaba, ellos escondieron sus bienes, sus alimentos, no importaba que con su calor, derritiera, ideas congeladas, sólo el miedo al baño de sus pies, les alejaba de su aliento.
Dragón, años banales, descubri el amor tras apariencias, cerre los ojos y te ví, siempre a mi lado y ahora tengo miedo, de que la ilusión y la sonrisa, como escribiía el otro día Javier Marias, la quieran convertir en algo de desvengorzados e irresponsables. No, me acompañaste con mi querido compañero para desde los pasos sin sonido, los hechos sin luces pudieran llamar a los que entonces empezaban vidas e iluminar los diferentes caminos a emprender. De entonces, invisibles, nos sentimos orgullosos porque notábamos el cariño de los pequeños que querían colaborar en aquel proyecto de nombre griego, de motor belga y del corazón de nuestro amado Dragon pi.
Y ahora en estos días, que grandes falsas luces, nos empujan a buscar una felicidad en el compulsivo seguimiento de pagados objetivos. Me despierto con el abrigo de los que producen su propia luz y desde quienes se dejan guiar por seres que han hecho una pequeña renuncia a oropeles de medallas ambipagadas para ofrecer reflexión sobre lo que nos rodea.
No ha silencio, no hay tristeza, porque nos miramos los que nos levantando soñando; nos hablamos, los que trabajamos entregándonos; sólo sentimos el escalofrío de ver los pasos perdidos de los vencidos, que aceptan el silencio, por lo dicho desde la mentira irresponsable que no inconsciente; quienes aceptan, vivir en el miedo de perjudicar a quienes están siendo apartados de la sociedad por los que sirven a seres que apartan, segregan y en su poderosas libertad, buscando todo tipo de financiación, incluso de los que les percibimos hace tiempo.
Alegría, porque aprovechando este tiempo y otros, nos envían poemas como el de Charles Chaplin, que nos hacen vivir nuestra vida con esas palabras, como presente, refugio, camino y otro pequeño Itaca, que nos soñamos compartido con los seres que nos queremos y como él dice, adoramos.
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