Leo la entrevista con Geraldine de este fin de semana en El Pais; su libro
es una búsqueda del pasado de sus abuelos y abuelas. Tengo la necesidad de
leerlo, aunque antes, el reportaje me ha dado unas claves sobre mis vivencias
actuales.
Empieza una noche, en una terraza y debatiendo con personas que
empezarán el día siguiente, pidiéndome datos de lo que estamos hablando en
estas horas. En un momento determinado, existe el silencio en otro ser que
merodea por allí, se incorporará dos días después, con unos mantras: Venezuela,
Chaves, Pablo Iglesia-chale y entonces, sabes que es imposible seguir, porque a
cada idea proyectada, adquirida en la famosa diosa televisión, le corresponde
una contrarréplica que el primer interlocutor sabía pero que esconde en
su cuarto oscuro, como castigada, como que se vive mejor con lo expulsado
por algunas de las voces guías que dominan el espacio audiovisual.
Y se te hace difícil todo, porque al final de la noche comprenderás que el guion
lo ponen siempre ellos; que no son capaces de ver todo el daño que están
admitiendo a una sociedad. Y te dan ganas de desnudarte y ponerle a su enemigo,
el traje de las múltiples corrupciones que han admitido a sus votados. No
podrían aguantarlo, creo que por su actitud, ante lo sin nada sucedido, ante
trajes de reyes magos, ante magdalenas para los manteros sin futuro,
ahora me lapidarían o seguro, que admitirían que fuera asesinado, sólo por
plantearles una hipótesis que nunca ha sido: su enemigo ha destrozado su amado
país, bandera de amor, en sus odios.
Sin embargo, ¿dónde esconden la cabeza, como avestruces? ellos, con sus
votos, han hecho posible que verdaderos ladrones profesionales, de cuello
blanco, imagen impoluta y mirada clara al flamear, hayan estado saqueando los
recursos de una sociedad para dárselos a sus apoyos económicos, mediáticos,
religiosos, y si, entonces reconocemos a esos amnésicos, esos seres límpidos,
inocentes, no interesados en política pero que llevan a sus hijos-as a la
concertada porque adoran la libertad de elección de centros, una mentira más en
la que viven porque no existe igualdad, porque los recursos estatales recibidos
han sido detraídos de una escuela pública, que debiera ser excelente desde la
igualdad de oportunidades.
Somos nosotros, ¿por qué no yo? quienes "ande yo caliente y ríase la
gente" seguimos sin comprender como la aceptación de ser gobernados por un
partido delincuente, que ha cogido su cuchillo en forma de leyes mal dictadas,
que tardíamente son modificadas, va produciendo víctimas caídas en los suelos,
con lágrimas de impotencia y desesperanzas, que, a veces, mínimamente, se
levantan ciegas, tambaleantes para luchar por la supervivencia que les ha
negado tanta codicia, tanto odio al pobre y que ante cualquier reacción
contundente de estas personas outsiders; ellos, los maquillados por las
maquinarias de la irrealidad, se ofrecen como garantes de una sociedad, que han
vejado, que han destruido.
Y en tu cabeza, esa noche, esa petición de datos te estalla porque si tanto
les interesa lo que les rodea, quizás tienen que empezar a interpretar su
propia realidad, y si en el espacio donde viven pueden realizar una vida, que
siempre estará limitada por la convivencia de tantas y tantas personas diversas
y que por desgracia desde arriba se les enfrenta, no pueden ir haciendo un
panegírico de una realidad mediatizada pero no sufrida, en general.
Existió y existe esa sociedad que relata Geraldine, hoy, si no más tarde, me
compraré su libro, veré sus indagaciones, muchas veces dolorosas, mas curativas
para conocerse, para saber que nuestras indiferencias ante los poderosos que
nos reclaman-mediatizan nuestro voto, ya esclavo; nuestras soledades en luchas
que nos han inflamado para que sean individuales, y se convierten en postraciones
de aceptación de su salvaguarda, son escalones que siempre sube el personaje
corrupto de Brecht para obtener su único interés: la codicia con el poder
No hay comentarios:
Publicar un comentario