Si, otra vez, tu poderoso estrellado carro, me ha pasado a menos de 50 centímetros, ¡tan larga!. Tu querías que me fuera al lecho, pero, ¡niño! que lecho, a un lado y a otro barras donde apenas cabía uno sólo. Ya sabes, juntos, pero me gusta retozar, manías, pero ya sabes como respondo ante la inmensidad.
Por eso, cuando en el puente del río, me sueñas en tal estúpido engendro, piensa que por ahí, no paso, como posiblemente, tan poco tu hijo, si condujerá enfrentado a tan torpe ciclista.
Si, porque triste, al principio, pero felizmente al final, me he enterado que tienes familia, que a mí sólo me utilizas para saciar tu ansia de mostrarme el poder encarromado en estrellas y además de disfrutar al rebajarte tirandome en cualquier cuneta.
No te preocupes si por el retrovisor me has visto salivar, era sólo que el deseo me fluía a borbotones, yo que de baja cuna, alegro mi cuerpo en pajares llenos de vida y alegria. Te espero, pero ya sabes, a 1,50, tendremos tiempo de coincidir en campos abiertos, ahí, me dejaré adiestrar, pero deja de atarme en carriles donde no te deseo, "mi loco de los barrotes".
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