Allí, a lo lejos, puedo ver, solitario, el árbol que ha sobrevivido a tantos cambios. Ha crecido y ahora, diferentes vidas se acercan para encontrar refugio a sus diferentes inquietudes.
Es tan particular, tan él, que sería estúpido verlo ceñido a mis palabras. Conseguí llegar varias veces a disfrutar su sombra. Y sin embargo, en esos días llegaban jóvenes que sentida su sombra y amada su enrevesada imagen de una poderosa atracción;
rompían el monopolio de la contemplación, para adentrarse en el mundo que intimamente el árbol soñaba mostrar. Era tan feliz aquella masa de ser mecida,golpeada, batida, explorada, masajeada,abrazada, acariciada, escrita, balanceada, besada entre los amorosos besos, agarrada como ultimo recurso.
Disfrutaba de quien encontraba o sombra, o sueño, o vehículo para descubrirse, o vara para viajar, o mochila con pequeños refrigerios o maleta para emprender el largo viaje de comprenderse.
Estaba tan lleno de la esperanza, en la explosionada primavera de las decisiones finales, caducas pero flores para frutos perennes; tan completo en el verano de las lecturas que agrandaban aquellas pequeñas semillas; tan soñador en el otoño de los mil vestidos propios de los seres consolidados; tan abrigado en el invierno que buscaba arrimar las mentes que habían vagado, alimentados de vacuos frutos.
Si le abrazaban, gateaban, columpiaban, o escribían; o en él se escondían, o amaban, o tarzaneaban; o desde él oteaban, avistaban los vehículos, horizontes, o los amantes que en los pasos que pronto deberían emprender por mecerles el árbol por los vientos que le ayudaban planear en días pesados o en días ingravidos necesarios para fertilizar tierras ávidas de similares seres, tan llenos de formas,vida, amor como él había sentido y había transmitido.
Y siempre el árbol, siempre él, en los tiempos
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