domingo, octubre 25, 2009

La hormiga y la gota

Siempre hemos intuido que por las entrañas de la tierra pueden estar circulando millones de hormigas. Dentro de la especialización que nos ha ido exigiendo la naturaleza a cualquier ser vivo para nuestra supervivencia; una de esas adaptaciones más fascinantes que se han dado es la hormiga cabalgadora de gotas de agua. Hoy puedo hablar de ellas, tras años de una privilegiada relación mantenida con esos seres tan apasionantes como sorprendentes.
El cómo he llegado a ese estadio, sería largo de explicar y en un futuro intentaré entrar en pormenores, pero vayamos a nuestro centro de interés.
Pudé entrar en su tertulia, en una cálida caída de una tarde de Agosto, donde próximos a una zona húmeda, estos laboriosos seres se extasiaban oyendo las increíbles acciones a las que habían sobrevivido; obviaban temas baladíes, conscientes de la temporalidad de sus vidas.
Como podréis comprender no soy un fiel relator de cuanto allí se habló, porque lo que otros hablan, queda interpetrado por alguien ajeno, anclado en el mundo vivido por ese escuchador; segundo porque mi cabeza enseguida se va de un lado a otro, con las acciones vividas por el otro, las vivo como el protagonista que siempre quisé ser.
Dicho esto la voluntad del narrador, es reflejar una parte del desconocido mundo termítico, de la primera historia, sólo puedo deciros que mi vello aún no se ha recuperado de la impresión recibida aquella tarde.
La primera hormiga se encontró navegando en una gota que fue dirigida hacía el grifo de una ducha. Ásida con destreza, consiguió someter a la indomable gota para recorrer el cuerpo de una mujer, en ella logró su mayor éxito hasta ese momento, permaneció veinte minutos. Acarició a aquella dama, la humedeció, fue acunada por el torrente de voz que salía de la sensibilidad sorprendente en aquel equilibrado cuerpo; por todo esto, la hormiga se consideraba caútiva de aquella ninfa.
La reunión estaba enfervorecida, tomaron unos pocos minutos para ir a cargar un nuevo fruto en su granero para el siguiente invierno. Enseguida se sentaron ansiosas de oír el final de aquel viaje.
La gota guiada a través de aquella chica había permitido explorar aquella templo y escuchándo la narración, todo en mí empezó a temblar, la voz que invocaba edenes, el cuerpo que trazaba caminos ínnotos, la mirada que sellaba a quien osaba mirarla, las piernas que atrapaban. Cada parte descrita, finalmente si, era el calco de mi amada; una lágrima escapó para aliviar mi congoja, para saciar su ausencia.
Pómulos angulosos, ojos tesoros, nariz de trazos únicos, boca coronada en sabrosos labios, mentón cristalino.
Aquella amorosa hormiga había caído prendada de quien yo era esclavo, me dí cuenta que de una forma delicada, pero sin reposo se iba agrandando la cárcel para quienes ansiabamos sus caricias.
Me costó, recuperarme y seguir escuchando, abrumada mi mente en el ensueño del abrazo, ya hace tiempo cortado.(día 24-10-09, acciones para luchar contra el cambio climático, tan pequeño lo mío, pero tan convencido)

No hay comentarios:

Siameses y mercader

Siameses y mercader
Zaida, Fernando y