Reconozco no entenderme. Si paso un mes en Inglaterra y veo todo su paisaje verde, a lo largo de innumerables kilómetros, me hago la siguiente pregunta, ¿Por qué?.
La respuesta está en cada segundo del día: Ando, corro, voy en autobus, cielo siempre encapotado por azules nublados o por lluvias periódicas.
Tomo asiento en un parque en Edimburgo, ya no quiero danzar, bailar, interpretar o descubrir. Se aparece la lógica a este tiempo, unos jóvenes, amabilisimos se explayan en un tiempo infinito, jugando en un campo de golf que tamiza un parque de la ciudad, nacido entre gotas interminables.
Me reprogramo en Septiembre, cumplo con mi trabajo, que es mi alegria y cuando estoy llegando al lugar de mi docencia, veo la destrucción de dos campos de golf y
Ahora ya
No veo la lógica a ese acto; el cielo esta azul día tras día, la vivencia es un torso cinzelado, moreno ante la ausencia de agua, fuente de vida, riego del verde.
Admito no entender, silencio, crecer experimentando en las carencias. Ilusión de "ser" en un algo imposible.
El golf es olímpico, después de un siglo.
Asumiría no entenderme, si no dijera que nos han abocado a pensarnos ser, seres superiores, ignorando nuestros límites; hace setenta años unos pervertidos quisieron crear una raza superior experimentado hacia la grandeza. Aquello fue penado
Me hundo, cuando silencio la ilógica de campos de golf verdes tapando secarrales, mayormente regados por el sol, el viento y sólo a veces, excesivamente a veces, el agua.
Agua, fuente de vida, esclavizada, te sueño, te suplico: opacos días; reales sólo si vivo, siendo, admitiendo y creando ante la poderosa ausencia que me rodea.
Clara, agua clara, si fueras libre y yo te ayudará, no regarías más que lo posible y invitarías a quienes te obligan a lo imposible, a visitar o vivir, allí donde tu campas, entre trancas y barrancas.
Oscuros días donde nacen campos esclavos de ansias. Agua salvaje, clara, aclaranos lo que sólo somos
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