sábado, febrero 16, 2019

Seres que caminan


Un día cualquiera, en una ciudad  que siempre nace; el periodista camina, pesado, pero queriendo comprender. Oye voces, repetidas, cansinas, metálicas, sin pulso que le nombran como uno más del saco donde esos sonidos símbolos tratan de atrapar todo. Ya, ahora todo eso, no le distrae, hace tiempo, quizás siempre comprendió que los dioses, sólo son izados para que despisten de lo se vive en la vida cotidiana

En el corazón mismo de España, de las personas que la construyen; paseo entre los silencios de la persona que en su trabajo, atornilla el percutor de una pistola que será vendida a cualquier país que pague, la mirada baja de la persona que escuchó el sonido de la bala que habíamos enviado incrustándose en su casa, señal que la vida de su familia debía suponer su desgarro del monte recorrido sudoroso e inmensamente vivo; por otro lado, la persona que no se explica cómo le pudo suceder a él, trabajador infatigable, animado por cajas, bancos, (¿Por qué nunca les nombran, como desolladores de la piel de un país por hacer?), todo se fue al garete, mi trabajo, lo asumieron empresas colaborativas (colaborativas ¿Por qué? Por qué les da todo tu sudor para la riqueza de los dueños, cada vez más, señores feudales?) Porque siempre hay gente común que lo hará, en su necesidad, cabizbajo, esclavizado. Sentado, otro grupo, respira su tiempo, robado al reloj, marcador de ritmos. Si, les miras, te dejan, te invitan, es un crisol de imágenes, de sentimientos, de vidas por construir, tienen una cosa en común, no son exclusivos, no dicen poseer la verdad y ponen en duda a “los seguros” asesorados por brujos para el poder.

Plazas y calles por donde esparcen semillas las historias de los auténticos constructores, golpeadas por maremotos de las suciedades financieras, ahogadas por violencias de los servidores a los que les nombran imágenes sin latido, adormecidas por sortilegios de los que sólo sirven a sus ansias.
Señores, amos que quisierais, dejad de lanzar descerebrados que os sirven para vuestra diversión y nuestra distracción ;, renunciar a vuestro dios dinero del ahora. Crecerá una sociedad, en personas, en espacios comunes.

Si no alimentarais a las bestias de vuestro circo, para nuestros miedos, quizás no existieran las fronteras que instaláis con vuestras codicias, en nuestra supervivencia. Valiente no es el que da para cobrarse esclavos. Es quien dice para, sólo somos humanos

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