sábado, febrero 16, 2019

El río Henares, aula de la naturaleza


Existen ríos inmensos y existen ríos, fuentes de vida; en nuestra ciudad, es parte de nuestro corazón. Existe la tentación de quererlo vulgarizar y decir que está integrado en nuestra vida. Más importante para la ciudadania sería saber que toda la vida que existe alrededor del río, es respetada, somos respetados. Corren tiempos, donde desde el poder se nos facilitan accesos hasta la misma orilla, puerta para matar lo que es la verdadera naturaleza. Y existe tanto silencio y tanta falta de presencia, cuando los que son consciente de ellos, luchando, enfrentándose con los datos falsos, nos convoca y  no  acudimos. Tiempo que se escapa, ausencia que utilizan los embaucadores de cartas marcadas

Ante las obras emprendidas por el Ayuntamiento de Guadalajara, para urbanizar la ribera del río Henares a su paso por la ciudad, entre los dos puentes centrales erigidos sobre sus aguas, y habiendo cambiado de forma significativa el origen del proyecto presentado a la Comunidad Económica Europea que hablaba de una senda que llevará a la finca del Castillejo, espacio maravilloso donado por un ciudadano a la ciudad y que ningún consistorio ha sabido integrar en la vida ciudadana. 

El pasado Domingo, 10 de febrero, entre los dos puentes centrales de la ciudad de Guadalajara, se hizo un acto reivindicativo por la defensa del bosque de ribera del río Henares, en ese espacio. Varios colectivos, vecinos de la zona y personas particulares, reivindicaron un río tal y como es. No es modernidad destruir el entorno de un río con la pretenciosa idea de acercar la ciudadanía justo hasta sus márgenes, como se podría acercar a cualquier otro río desnaturalizado del mundo. De una forma concienzuda, científicos, ecologistas han dado razones de peso, indicando la inconveniencia de esta actuación dentro de una zona que necesita de especial protección como es el bosque de ribera. Sería una maravillosa aula de la naturaleza para los alumnos que corren el riesgo de ver cemento como algo habitual en vez de fauna y flora que lucha por eternamente, crecer y perecer en los ciclos de la vida.
 Por mi parte, debía estar ahí, lo estoy?. Un río necesita mi presencia física, con su agua, fui su amante, entré cientos de veces para creerme único. Pero no he estado, he pensado todo el rato en su entorno, en su pureza, en su música, en su reconstrucción eterna. Y sufro los golpes de los que no se enamoran, de los sólo quieren fidelidades, de los que necesitan esclavos de sus intereses; adoradores de sus facilidades destructivas inhumanas por ser salvajes con la naturaleza y sólo buscar réditos propios.
Hormigón que facilita paseos enamorados sobre el corazón extinguido de raíces envenenadas.
Bancos para entrelazar manos de sueños de vidas confluyentes atornilladas sobre cementos que taponan los alveolos de tierras generosas inutilizadas
Toboganes de vértigo en vientres necesitados de alegrías en segundos que caducan; desembocan sus rampas en gomas con neumáticos dirigidos a paraísos de lo igual

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