Leo a un escritor explicarme el mal menor. Exponerme la maldad de algunos seres humanos para justificar el advenimiento del elegido, que tendrá entre sus funciones el buenismo, al contrario que quienes tuvieron responsabilidad de tomar decisiones que influyeron en la sociedad, aunque no sean de mi aprecio, no fueron floreros aunque sus medios de comunicación saciados también les convirtieran en seres etéreos magníficos en sus miserias.
Pero nunca quiero debatir en los terrenos marcados, busco mi rama, no la criminal que mató ayer a un padre que paseaba con sus dos niños pequeños, y en ese espacio lanzo las hojas que la visten para dar sombra a las magnificas palabras del escritor para decirle, que sí, podrán llegar seres despreciables, pero de todos esos seres estoy rodeado, e influyen en mí vida, porque quienes les dan su confianza han encontrado algo en ellos.
Si, hoy sabemos que podían ser o la corrupción de empresas que dieron sus ayudas para recibir y suspiran aliviadas aún habiendo recibido los martillazos que les incriminará en la caída en picada de una economía gregaria de sus ansias.
Si, podía ser también un malabarista de las palabras y la imagen que nos empalagará en nuestro ego, pareciendo él tan cercano, como estaba su bolsillo de los que les llenaba su populismo, pero todos esos seres somos nosotros. Un día nos damos cuenta y los despreciamos, para seguir buscando entre nuestros errores. Existen cuentos de hadas, que nos resuelva nuestras debilidades.
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