sábado, junio 21, 2014

¿A mí?, pensaba que no me querías

Ufff! estaba triste, ¡no lo sabes tu bien!, ya sabes que soy casi tan campechano como tus ancestros;  además tengo una manada de pesados, qué siempre proclaman que nosotros tenemos derecho a intervenir en la vida de todos, sean o no sean colegas. Siempre rematan diciendo: nosotros, somos los buenos.
 De verdad que me agobian, ¡No veas lo que se repiten!:  Oye, oye, esa vocecita entre sibilino reptil, de citroinico pitido y empalagoso cuchillo: ¡que tenemos muchos colegios!, que si, que sí, que allí trasladamos tu mensaje eterno, me dicen; el último día se me ocurrió decir:  ¡qué bello es el respeto al ser humano en cualquiera de sus condiciones!, iré a ver como proclamamos esa vieja nueva buena, en nuestros espacios, como se acepta al diferente en cualquiera de sus o desarrollo o piel, o de conocimientos, o de dinero. Pregunté a cual de esos colegios debía ir para visitarlos y ofrecer la Bondad.
Por detrás, que ellos se creen que ya estoy sordo, oí el susurro que dijó: al "Pablo Neruda", no te jode. No me volví, pero no me pareció un nombre muy de nuestra tradición, a veces, como sin querer había leído algún poema a las mujeres y debo confesar que sudé; pero bueno, esperé un tiempo para que me dijeran donde estaba ese colegio tan pomposo. ¡No han tenido prisa en decirmelo!

La matraca fue luego para asaetearme con un: oye, oye que bendecimos los edificios de las cajas y bancos, (había leído algún escrito diciendo: "concluí diciéndome: donde tanto latrocinio se ha cometido").

El caso es que me dijeron, insinúale anda, si quiere que le recibamos, que le vestirá, somo muy rumbosos y además tenemos muchos medios de comunicación (si que vamos a hacer si nos lo regalan desde la liberalidad) ¡oh!!!!, donde podemos alabarle una y otra vez!. Sabiendo como pensaba yo sobre su comportamiento en esos lugares, reconocieron: Ok, ok, cuando  hablemos de ellos, no utilizaremos las palabras zafias, faltonas y violentas con la que agredimos a los contrarios y a quienes nos cuestionan.

El caso, ¡que si!, ¡qué me alegro!, que hayas llamado, que te recibo este sábado. Y claro, hombre, si te doy mi aquiescencia.

(¡Qué tropa van buscando fotos, como aquel de mi pueblo que le dijimos que así vivirían para siempre, jóvenes! y buscaba aparecer en bodas, en besos, en momentos intimos porque las teníamos en aquellos barrios pobres) ¡beodos de poder!


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Siameses y mercader

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