Creo que tengo un veneno distribuido a lo largo de mi mente. Esperaba que el campo, venerado ayer y corrido hoy, pudiera sacar el elixir que no me cura, más bien, me ahoga y me enlentece. Como una pica del extractor de resina, se me ha clavado esta mañana la visión de un artículo, entendería que laudatorio de un camello, encantador de serpientes, que vuelve a distribuir su infausto narcotico, como hace once años, para paliar la desesperanza de unas mentes seguidistas que atrapadas en viajes olísticos, olviden sus terrenales anclas para posar su sueños sin alas en el regazo de la criminal mente manipuladora.
Allí, como el desválido Pasolini predijo, irán despertando a la realidad de las serpientes y otros humanos depredadores que siempre sanguinuelejean de los que confían en el populismo del imposible eterno consumismo.
Me pone Maruja, en azul, el contraste de la belleza del cuerpo del femenino, junto a la eteridad de ese alado inmaculado nunca ex presidente. Tras treinta años leyendo, bajo la admonición de un cura que me predijo que no decía verdad ni en los deportes y los dos ultimos, subscribiéndome para intentar honrar a mis amados fedatarios (casi todos salidos de la ahora comprendida asfixia), recorro metros y tiempos por la Guadalajara, intentando parchear en el cansancio el oprobio de ver al vendedor truhán o la necesidad de finiquitar mi recién iniciada segunda temporada de subscripción. Tengo esperanza e ideos caminos entre la belleza de la alcarria florecida; ahh!!! hoy mi cansina carrera, sin fin, sin pausa mas que la de unas piernas cinquentonas, creía idear batallas orales para unir a las verdaderas izquierdas perdedoras, pero embebido, levanto la vista, están ahí las celdas, aguzo el oido, el AVE agrieta la viaria comunicación que soñara Judt para una humana sociedad. Si, si, me topo con el muro de los cajeros volantes, leo Valdeluz, vidas para seres queridos, surtidor para palacetes que abruman, sin esperanza.
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