sábado, enero 29, 2011

Robbe

Fue mucho, mucho tiempo el que te tuvieron encerrado. Estos días oigo que estas malo, oigo emisoras extranjeras y pronuncian tu nombre continuamente. Veo una película sobre el momento que conseguistes unir a dos mentalidades tan antagónicase, tu país. Un documnetal me lo narra, sin la dirección de Clint o la performance de Morgan. Tengo siempre presente el prodigioso y frenético libro de John Carlin que dió origen a la película. Me arroban y me tumba, la grandeza de un ser humano que puede conseguir un bien común por encima de sus deseos más primarios. Me alarmaba cuando ayer en la BBC te nombraban tantas veces y se me vino a la cabeza como atraparían tu personaje como atraparon a una persona entregada como fue Teresa de Calcuta. Pasastes 27 años, pero más importante, cada día en espacios esclavizados, donde crecistes en tu propio conocimiento, en el control de la ira inmediata, en analizar las debilidades propias y ajenas para derruir paredes aún más altas y crueles como pueden ser las del odio y la del desconocimiento que nos puede hacer esclavos de deseos mediatos, de manipuladores codiciosos. Iluminan en la película la música del melómano Eastwood que tanto me han mecido. Vuelan los días, en el abrazo de los dioses griegos, de los fabulados personajes, en el humanizado Mandela que en tus bailes lanzabas toda la picardía de ser humnano en su deseo de un filtear con adorables seres con los que el juego amoroso sublima cielos deseados o añorados. Ha llegado, ilumina la mente imagenes del secuestro vivido, del horizonte limitado. De piedras repicadas para el polvo. Crece tu historia, como los personajes de las fotos de Antonio Damian, vivos, veraces y con el futuro atrapado entre las posesiones del insaciable, perdonado tantas veces por utiles al propio egoismo de los que vivimos enriquecidos.
Robbe Island, puertas abiertas, sólo por quienes sóis más que vuestro cuerpo. ¿Te llega mi beso?, en mi Island

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