Un sociologo hubiera ido a Dublin y hubiera intentado rastrear como esta la sociedad después de ser intervenida. Un despistado, camina por sus calles y ve un maniqui en la calle vestido con un abrigo que fácilmente podría haber llevado Leopoldo Bloom en sus correrías en un 16 de Junio por las calles de la ciudad y entra en el pequeño bookshop, helado, absolutamente helado y tiritando y podría haber intentado sacar conclusiones de sus no muchos libros de segunda mano, para seguir sacando conclusiones y a cambio, tras interesarse por el libro en el que Leopoldo es protagonista, se encuentra con una primera taza de te a la qu se agarra para sacar todo el calor que esta pudiera contener para introducirlo en su freeze cuerpo.
Y hablan, él, con un inglés que camina entre la desconfianza y el lanzamiento a abismos desconocidos y su interlocutor, entre la calma por las visitas recibidas de miles de lectores de variopintos paises que emprenden también su peregrinaje por la ruta de vidas cotidianas que aún mi inconsciencia trato de desentrañar desde el lenguaje al que aún le debo algún año para celebrar nuestra nuevos yacimientos en cama de encuentros trabados.
Y allí tras el segundo te, que apacigua temblores, se hace acompañar por una magdalena, en la que a lo mejor buscarías se te revelará la verdad que vino a buscar el sociologo y lo único que rezuma en tu ansiosa boca de palabras perdidas es la secreción en la que buscas encontrar el secreto de lo friendly y la conversación que cuesta acabar en esta primera vez y que junto con Paula, volveremos a tener días despues, con otros liquidos que aunque parecieran impropios avivan el encuentro entre los desconocidos aunque sea para los infinitos pequeños momentos acabados de los cuales no estas nunca libre de volver a favorecer con tu esfuerzo en el que no debes pedir sólo al otro.
Y esa magdalena, junto con los pequeños anhelados bollitos de la casa de Berlín, vuelven a mi memoria para saber lo que esta vivo y a lo que no debemos resignarnos como pasado, porque existen esas personas que dan, como existe Chechu que fabrica de forma cotidiana bollos, que te despiertan para luchar contra la aceptación de lo ya conformado
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