Eso deje dicho al casero. Sabría que en él tendría toda la colaboración necesaria para que a lo largo de este mes se propagará la noticia que más me convenía. Y sin embargo, hay me tienes, enviándote una carta desde Kenya, con amor.
Ha sido llegar y no puedo describir cada objeto que me llama la atención y sin embargo, eso es lo menos interesante; las personas que me rodean, socavan segundo a segundo el imaginario mundo en el que he querido vivir. Mundos civilizados donde puedes cruzarte cada segundo por asfaltadas calles y autopistas, aquí no es posible caminar al margen de las mil vidas paralelas, que anhelamos en aguas que sacien.
Si, Ziwa, donde James Moiben ha devuelto a su tierra, el agradecimiento a la vida. ¿Su colección?, la fundación que él dirige crece y por ahí, María Jesús, Ramón,Pilar, Andrés y recientemente incorporadas Marisol y Ana están intentando aportar su granito de arena.
Yo, como podéis imaginar, aunque el casero me nombra como próximo, siempre con las ventanas apenas abiertas y como si me viera todos los días, también he empezado a colaborar, no como maestro, como diría mi amigo Camarón, no estoy acostumbrado a ello. En la construcción, me afirmo negado en la impaciencia; correr, ahora es un mundo lejano, allí que trotan entre gamos.
Por lo tanto he decidido quedarme quieto para que otros me puedan utilizar de sombra y para mayor sombra, escribo agrandando las hojas, emborronando de gruesos trazos donde marcar mi nacimiento hacía Ziwa, mi renacer, esperando ser perdonado a mis pueblos cercanos en Bangalore, en Karangasso, Mali
Existen exploradores que no descubren más que sus corazones que se unen a seres tan próximos como su entrega.
En los miedos, en los caminos encontre sendas ajenas a los sueños. Ahora, encerrado aunque sin saberlo mi casero, allí, en la incertidumbre por lo desconocido, en la luz de conocer corazones nunca frios
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