lunes, agosto 09, 2010

El Inglés paciente

Ha sido casi un mes. Allí, en Ziwa, a seis horas de Nairobi en coche. Quedan Marisol y Ana, hasta finales de este mes. Pero hoy me cuenta Ramón. detalles de los 25 días conviviendo con las personas de aquellas zonas. Maravillado por el trabajo que Moiben está haciendo entre su gente. Por el esfuerzo de los alumnos por aprender, por la atención que les ha dedicado el pueblo de Ziwa; también me habla de situaciones que se salen de lo idílico, como en algún momento yo podría haber imaginado, porque allí, simple y llanamente se vive y la vida la luchan ellos conociendo todas las circunstancias anteriores y actuales que les van guiando. Me cuenta que uno de los mayores objetivos que persigue ahora nuestro corredor es que empiecen a venir alumnos-as para que puedan estudiar en la universidad. No quiere tardar mucho en dar ese paso.

Cuando despues de una hora de charla, nos hemos separado, me ha venido a la cabeza lo que me ha contado de su hijo, de 15 años aproximadamente. El verdadero protagonista del viaje. Me ha contado que este joven si que lo ha vivido intensamente, cuando ayudaba en la traducción en las clases que han impartido mis compañeros (eran dos maestras y un maestro). Cuando traducía y explicaba los juegos que les ha transmitido su padre. Cuando hacía de interprete para las multiples situaciones en las que se han visto involucrados. Y sobre todo, cuando todo su tiempo libre lo ha dedicado a jugar con ellos. Me imagino que cansados o hastiados de tanto jugar, habrán parado, y entonces poco a poco les habrá ido surgiendo un manantial temas que poco a poco habrán ido perdiendo las capas del recelo, si es que lo hubo en algún momento.

Si fuera periodista, me pasaría horas, no buscando banalidades, sino intentando entender lo que ellos sentían al transmitirselo a un joven con otros horizontes.

Si fuera cuentista me gustaría, imaginarme mil y un cuento con cada una de las sensaciones vividas.

Si fuera cantante haría un rap bajo la luna, para siendo duro con el día a día, poder viajar a la fantasía de compartir momentos con corazones amigos.

Si fuera, ay si fuera, danzante, rompería las cadenas que nos anclan, para trazar las líneas del futuro, los círculos de nuestros miedos, los cuadrados de pasos guiados. Saltando, girando, en principio sólo en ese mundo y si surgida la oportunidad no nos marcarán con las cadenas del lejano ideal; brotaría entre desconocidos, soltando la intensa vida ya abrazada de niñez, rotas fronteras del miedo

Es él, joven, quien quiera ser, quien nos saqué de nuestro pesimismo, porque, siempre, siempre, de ello, ya tenemos bastante

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