Caminan bajo los cielos etneos, volcán dormido que guarda cenizas que todo ensucia. Buscan la supervivencia que casi les arranco el viento de fuerzas ciegas; saciar sed y hambre entre seres esclavos que aceptan su cruel destino perteneciendo a quien les subyugan por sus poderosos músculos o por ser los hacedores de los unicos verdaderos caminos.
Camina Odiseo, fiado del Hombre, este ya, triste reflejo de sus miserias, obnubilado por cenizas que ciegan cielos y mentes; taimado y tramposo para sus iguales, asído a la tabla para mantener una existencia dirigida; saca toda su crueldad hacía el recién llegado, quiere ser poderoso subido al pedestal sólo labrado por la arena del tiempo.
Entre las garras del semejante y las fauces del poderoso, despliega su inteligencia el ser humano Odiseo, consciente de los débiles talones que sustentan las falsas apariencias. Poseedor del néctar, sembrado entre la palabra, que ciega las ya limitadas mentes; despliega velas tejidas por la sabiduría, la audacia, la temeridad y el deseo de Itaca, más grande, más bello, que la triste supervivencia anclada al mediocre paso por la vida.
Espera el bajel, unos nuevos vientos y la pericia del timonel, antes habrá tomado sólo lo necesario de la pobre tierra, de los pobres hombres. Itaca es el sueño, y la salida de la estéril isla etnea un siguiente paso
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