Soñé ser abrazado en un lar ajeno, donde turbías palabras yacían entre melodías de pagos efímeros.
Busqué comunicar la lengua de la danza en unos signos, con escenario aún borroso.
Hoy, extrañamente lucido, sueño entre los besos de la amada lengua, ahora retomada. Ella me concede batuta de director, pero por ahora, pretendo eliminar torpezas de mi encadenada mente, para sentir la vergüenza de la desnudez del error y cubrirme con harapos de la intrépida búsqueda ya sea siendo atacado por los agrietados vientos de las contrariedades o por las pesadas brumas de avanzar entre lo nuevo. Clamo oír los mil cantos del campo despertado. Saltar entre el silencio de los campos de estrenados vestidos para ser sólo pajé que libere ánforas de aguas de truenos y vidas
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