Sentado en un banco, me siento abrazado de cariño; palabras para confirmar la proclamas. Salir al encuentro con cada dedo que te agarra para decirle busca en los lugares donde nadie te arroje a la desinformación. Púlpitos de fin de semana donde la boca escupe lugares comunes por donde debes ir. Romper las pantallas que endiosan al que se ofrece a ser lider, sin complejos, sin vergüenza
Radio dragonio, debilidad fraguada con columnas de encuentros, para sustentar futuos
"Analizando Bajo el signo de la esvástica, unos textos en los que el periodista Chaves Nogales narra su visita a la Alemania nazi en 1933, se pueden encontrar algunas de las claves más importantes para entender la impunidad con la que unos locos exterminaron a millones de personas. Para mí, la más importante fue el silencio de los que no compartían las ideas y la forma de actuar del movimiento nazi. La gente que no aprobaba pero permitió. Los que dejaron que el discurso xenófobo creciera a sus anchas sin pararlo. Fue esa normalización de la aberración la que permitió el Holocausto.
Miro a mi alrededor y tengo la sensación de que la historia se repite. El discurso antimigratorio crece con rapidez, en todos los entornos. El que ataca al que menos tiene grita demagogias, expande mentiras y tópicos, sin encontrar resistencia enfrente. La supuesta gente de bien, que no desea mal a nadie, no se atreve a defender los derechos humanos argumentando que no saben, que las migraciones son un tema complejo. Y lo son, salvo para los que quieren acabar con inmigrantes: parece que ellos sí que lo entienden todo perfectamente".
No hay comentarios:
Publicar un comentario