martes, junio 29, 2010

Extraños días

Compito con la imagen bíblica, subido a una altura, tengo la sensación de el ser único. Un cuadro retenido en la mente para desarrollar fantasmas del poder. Dictadores izados a promontorios que eleven su estatura.

Atrapa mi mirada una mañana surgida de las brumas de un verano rebelde, son los rayos quienes se deslizan sobre edificios sudorosos. A lo lejos mi picacho inexplorado solo festivos junales de canciones y carreras.

Cae el recuerdo a instantes de pasos superados, unidos a trazos de vidas diferentes que convergen en días festivos.

Intento situar cada uno de esos espacios, buscando el camino que contempla nuestro poder dominguero en el sudor derramado en el esfuerzo deportivo. Hoy, juguetona, se posa la memoria sobre la senda pastoral, de fácil pisar, que entre aguas no agotadas, llega el día donde se hunden nuestras alas entre las purinas de seres estabulados listos para fuegos de mil especias. Camino por el valle anochecido iluminado entre las sonrisas compañeras de gotas expelidas por seres extrañamente viajeros por horas.

Huimos del can tan ladrador de sus miedos como de los originados en una lucha no deseada. Dueños sin bozal, mean sus territorios con las babas caídas de las fauces sumisas al alimento cedido. Tobogán escoltado por huevas y águilas que en el regreso poderoso contempla cobijo de la emoción de la niña ya enamorada o del anciano de secretos inconfesables o del acaparador que maquina para empollar más lugares sumisos, entre sus alas.

Suena el estrépito de maquetas ansiosas de solazar la tierra entre sus cambiantes melodías. Ya llegan las aceras de la exánime Escarlata, golpeando con la desesperación en la agotadora tierra para anunciar que no renunciaría a nada para cubrir las mesas en las cenas más sombrías.

Y de ahí al punto donde finalizaban los primeros imposibles entrenos. Ahora será fácil el regreso, si no fueron saltados los limites del tiempo actual, único demonio que acompaña al corredor en su regreso al lecho de crujientes estiramientos y relajantes aguas.

Acompañas los pasos a los seres agotadores de las nuevas medicinas no agresivas para superar excesos de una sociedad satisfecha; esquivas las vacuidades de los seres que expelen sus mierdas mentales a través de animales a los que acompañan, receptores atados de los stresses de amos cómodos entre sus heces caninas, como pintores soñadores exponen en caminos atravesados por naves que en nada valoran el excremento olvidado por el dueño de un olfato que iguala su porte.

Contempla quijotesca la estatua que anuncia o un relax o un próximo fin sprintado de la carrera que espera su relax y su charla

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Siameses y mercader

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Zaida, Fernando y