Esa ha sido la triste condición que he ido adquiriendo. Empezó cuando saltaba pavonéandome por la calle en una de mis últimas conquistas y al levantar las manos eufórico, descubrí que la gente ya no seguía el ritmo que intentaba marcales. De ahí en adelante todo ha sido un rápido descenso a los infiernos.
Cruelmente consciente de ello, y poco a poco asimilando mi nueva condición. Lo que si he notado es mi capacidad para seguir percibiendo siempre mi realidad.
Y en ese acierto o error, me atrevo a hablar del personajillo elevado a los altares, por la estúpidez de la comida basura. Sé que no percibirán y por supuesto, por ello mismo, no existiré, pero desde mi mínima existencia, le grito: Tiene uno que estar sonado para proclamarse paradigma de algo, cuando desde el primer momento, sus becerros estuvieron comiendo de hierba ajena y el pastorcillo valiente no se entero (terrible sería que sí).
Visiones le deben guiar para ignorar que sus bases establecidas, es el germén neoliberal que ha conducido a la actual crisis.
Esquinas debe visitar donde compañias de las cuales huyen personajes con un mínimo de dignidad, tomaron avenidas que lodazaron vidas extrañas
Patético resulta sólo poder hablar para su séquito, no oyéndole nunca ni entre intelectuales ni en foros donde se debaten visiones sobre la realidad que nos tiene atrapados
El elefante aplasta, sólo aspiro a ser la pequeña termita que tenga la suerte de salir indenme de su paso y subiendo por su pata, alimentada economías rapiñeras, alucinaciones que someten y poderes que atan, pueda llegar a su oreja para decirle: a veces, eres un miserable, y otras, (es el problema de ser pequeñito, me asfixio)...
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