martes, enero 26, 2010
Cementerio nuclear
o ve la chao, de la chao, de la chao, chao, chao (señora que se despedía cuando la creías contemplar)
y no sé si estaba lúcido o más bién inconsciente.
El caso que se me viene a la mente: vivimos y no renunciamos absolutamente a nada. No hemos conseguimos parar las centrales, ni en sus inicios ni ya después.
Ahora llega, "el muerto" de algo tan maravilloso como la energía nuclear, pero, políticamente no es correcto decir que quiero bailar con esa o ese, en mi caso, señor calvo tan inusual. Nos hacemos cruces y decimos que no, pero
Aquí vienen mis locas preguntas
En asociación con 20 pueblos, por ejemplo, ¿asumiriamos pagar el coste de tener esos residuos cada día en Francia (si no me equivoco mal, 40.000 euros y 60.000, el próximo año)?.
Propuesta, no menos zumbante
Los pueblos que quieren que siga en Francia
Cada día, les podía tocar pagar, por ejemplo a veinte esa cantidad y así, al cabo de 30 años, habrían pagado bastante pueblos de España. ¿Es demagogía?, ¿el qué?. No saber que consumimos y por tanto, generamos "mierda".
Conclusión no menos .....
¿Quien podría librarse?. Los pueblos que se comprometieran a reducir en un 70% su gasto energético total: parar coches privados, luces y todos los que engrandecen esa factura. ¿Está dispuesto una persona?, ¿una barriada?, ¿una ciudad?.
Yo sí estoy dispuesto, me hacen un análisis de mis gastos y me adapto al deseo de no querer tener lo que no puedo asumir, pero ¿y a mi alrededor?
Quizás, entonces, debieran salir todos los pueblos de España a ofrecerse. En su origen no hicimos nada, y esto, si que es para toda la vida nuestra y de las siguiente generaciones.
Luego, me hace gracia, los de siempre:
Me levantaba, como dijé desorientado y me pensé claro esto a quien tiene que desgastar es a quien decide. Y me dijé, ya esta, el de siempre, él mismo que nos saco de Irak y no nos metió en la crisis (¿alguno estaba pensando en que haría una correlación de actos negativos?, que la hagan ellos), efectivamente Zapatero. Y dicho y hecho, como en una premonición, ya los mantras habían lanzado la consigna:
A las 7h20' oigo a nuestro inefable Román decir que quien tiene que decidir es Él, y luego sucesivamente van saliendo "la valiente y cambiante" Cospedal para decir que decida Él.
Y harto de su vergonzante demagogía, me digo, no son jamás capaces de asumir un marrón en el que todos hemos colaborado. Cuando huelen mierda se apartan para que sólo las tengan el contrario; cuando la gloria, se embelesan y están magníficos. Pero hemos visto, vemos y veremos que muchas de las glorias, de las fotos maravillosas, no asoman los pies, porque están sobre la susodicha
Lo dicho, alguna vez seremos consecuentes, maduros y admitiremos que nadie hemos renunciado a nada y todos nos debieramos ofrecer.
Porque si tiene que ser por renunciar a vivir en yupilandia, yo me inscribiría para vivir en ese mundo más real en el que vive mucha gente y no precisamente los de las fotos y sus petulantes anuncios de miedo al otro y felicidad encerrada en ressort servidos por "sin papeles", de los que no nos preocupamos, por sumisos
sábado, enero 23, 2010
Ahora toca el odio "al otro"
coges mi cámara, me preparas el trípode y lo fijas
Te colocas detrás, tu susurro me insinúa tu cielo
Me hablas de sus casas obtenidas, pero no me dejas hablar
de los caseros, de los constructores empleadores sin escrúpulos
Me hablas de sus costumbres pero quieres que yo sea torero
Clamas por la separación hombre-mujer, tu la subvencionas,
"por rendimiento"
Te horrorizan sus odios, pero admites reirte de los muertos del contrario
Te sientes invadido pero te nutres del petroleo robado a su país
por nuestros sátrapas protegidos
Ahora toca detestar al otro "emigrante", hace poco y ahora, tocaba
odiar al otro "contrario político".
Insinúas los gastos generados por aquellos y olvidas los manantiales
morados escaqueados, por señores con banderas izadas en pechos y carros
Olvídate de mi pequeño apoyo y siéntete arropado por la bufanda de odio
que tu negra conciencia de conmiseración teje
martes, enero 12, 2010
Con GUSTAVO MARTIN ZARZO en Barcelona
- Se hubo callado la gota durante largo tiempo. Todo al final estaba en una gota y sólo la posibilidad de esta, en adquirir rasgos y sentimientos humanos, era la apertura a poder describir la pequeña historia incubada.
El amor a una madre, cierra el círculo de un viaje maravilloso a través de los libros; sacar a la luz el nerviosismo por descubrirse débil y en manos de un destino que no ha logrado, ni logrará dominar. Viajar a una representación que consuma, desorienta y te enfrenta a los retos irreflexivos.
- Un cuento de Navidad. Asistencia a un colegio de pago, que tenía dos puertas de entrada para los “adinerados” y los “fantasmas” de los desheredados.
- No encuentro forma de viajar, cabalgo por espacios previsibles y sólo el hecho de llevar una época sintiendo mi metamorfosis acuosa, me ayuda a enfrentarme con esos recorridos ya sabidos. La angustia de la soledad es la puerta abierta al encuentro imperfecto por los límites de la apertura pero a la luz, por la soledad del encuentro con el yo íntimo.
- Si pudiera retener mil millones de historias, me serviría de este cuento real (A un niño, vecino de Gustavo Martín Zarzo, le acaban de regalar una pluma y un tintero, ¡ya es mayor, ya puede contar historias imborrables!, horas después un coche acaba con la vida de su vecino, la ilusiones de la escritura parece haberlas tomado el escritor) para intentar narrarlas, para intentar ir trasplantando mis habitaciones donde suelo acostarme. Pondría a mi amigo a dictarme los silencios que murieron en el tiempo que abrazo la esperanza.
- Es tan pequeño (excursión al río Henares, por un proyecto Europeo), se nos hace imperceptible quizás no mereciera la pena ese paseo de 14 km., con alumnos de 13 años y sin embargo, es mojarse, ligeramente confiados en un fin de junio, (nos abrió un viaje a conocimiento de otros compañeros en otros países)pero reaparece con un mundo nuevo, siempre perecedero, inmenso. Aquí la montaña desciende vertiginosa y debemos encadenar maniobra tras maniobra. Ahora él recobra el ánimo y diseña figuras en una coreografía infinita. La montaña se nos cae y los huecos, desde fuera inmensos, ponen a prueba nuestras destrezas, nuestra comunión. Se olvida tensiones de viajes interminables, de opiniones diversas. Todo se reune en esos momentos.
Los niños que no fuimos encuentra su supervivencia en las primeras expriencias ajenas a estas luchas, en el cierto respeto, al conocimiento de sus posibilidades, en la recién adquirida destreza, no abrumadora pero suficientes para arreglar su salida de ese carrusel vertiginoso y para ayudar, a los que se encuentran en otros mundos pero han confluido en dias, palabra y deseos de conocimientos.
- (Recuerdos de infancia en el barrio y el alejarse de los compañeros de correrías, al no tener confianza para coger los pájaros). El miedo es tener un pájaro entre sus manos, es una marca en un mundo donde eso es una condición de entrada al grupo. La señal del diferente aleja, aún cuando ya días sueltos para el encuentro que ya no será completo
- ( una sociedad no crítica que espera del otro, sin aportar el nada). Un yupi lee una creación ajena. En ella vuelan personajes de mil formas que dirigen la historia hacia un final de mil dueños. Se detiene al pasar una hoja. explora y cree que todo el mundo real, se ha parado. Aquí comienza su cuento de una dirección, de una manzana, de un veneno que llama a quienes tiene despierto para hacer patentes sus acciones. Animales fiados acunan sus descansos, una sonrisa cruza en una mueca en espera que la manzana sacie el variopinto zoo que le acompaña. Al pasar una hoja, en una imperceptible agitación delata su impaciencia por ver germinar las semillas inyectadas de sus odios.
martes, enero 05, 2010
Doce años con mi Ford, una anécdota en Lorient
DOCE AÑOS CON MI FORD, por Gimi enHendro
Cuarenta años no me libran de dar veinte vueltas sobre mis vacíos para no encontrar mi solicito coche, pacientes esperas, abrillantaron sus chapas.
Ocurrió en el extranjero y por eso recomiendo salir mucho por ahí, porque dos opciones se te acercan, abrir la mente o más bien darte cuenta hasta donde está repleto el melón.
Aquel día, que lío, ya tarde y tras abandonar pesaroso una posible parcela mental con vistas.
Tarde llegué a la Itaca que había marcado mi viaje, ensueño bretón. Cuando esa noche, henchido de música, ahíto mi corazón de mis eternas imágenes fugaces; empecé el regreso al averno. Eran ya las tres o las cuatro de la mañana, dormir quería, pero el cansancio había creado fantasmas, que dibujaban ya extraños movimientos.
Hombre cabal yo pareciera, mis canas no puedo decir que peinen mi exhausta frente, pero todo mi andamiaje se destruyó cuando empezando una búsqueda entre demonios de calles iguales, ellos, si los fantasmagóricos espacios, se descojonan; yo, muy digno, aunque cada vez más desconcertado por su fatuosidad, busco refugio entre gentiles personas que en su idioma, yo en uno que buscaba un punto de convergencia, tratan de saciar mi ignorancia, pero ya todo yo, soy una botella sin fondo.
Pareja atrevida, monta al alienígena alcarreño en su coche. Desesperado me ven y los dioses celtas les infunden valor. Creen iniciar un viaje sin retorno, levan anclas y claman por saber de donde puede salir ese ser y….., si, según se empieza, se acaba, el coche casi me abrazaba o quizás trataba de dar una colleja a un caso perdido, porque consciente es, tras tanto tiempo compartido que al día siguiente la puedo volver a montar, por supuesto reniego de su maledicencia y armado de orgullo reclamo mi eficiencia. Conclusión, se montó todavía una más apoteósica.
Ese día llegó, pasadas veinticuatro horas. Desde mi parcela partí, comido, siempre poco dormido, navegado en un catamarán, miedoso él de mi mala fama y pleno también de músicas del mundo, en este caso gallegos errantes.
Al llegar al mundo de sonidos celtas, quise abrazar, por conocido, lo que ayer me fue odiado, pero el lugar esquivo y altivo me despidió, quizás no quería ser escenario por segundo día consecutivo de espectáculos alternativos; calle se quiso llamar que no laberinto y por ello, se esparció para no darme cobijo y me despidió con cajas destempladas.
Rodé cercano, en un colegio mayor encontré para mi vehículo, seguro refugio. Tranquilo y vengativo me cegué en las músicas. Agotadas ellas.
Allí volvía, pletórico; cual pulgarcito había sembrado el camino, pero había empezado desde la puerta, creyendo que el colegio, colega, era mi amigo.
A la puerta llegué y allí, cuando entré odie, árboles, soportales, jardines y cantos amigos de gallegos y asturianos.
Convencido, ahora sí, tras diez años, él, tan fiel, me abandonaba. La pena transmití a gente de allí, pero llegado un momento creo que entre ellos compartían ganas de estrangularme y más cuando volviendo a empezar, allí en la entrada estaba esplendoroso, siempre fiel, ¿exasperado?, mi fiel amigo.
No, no estaba acostumbrado para que él me pudiera decir cuanto había sufrido, cuando durante nueve días no le busque, a él, que por una vez, si se había marchado, ofrecido desde los cuatro caminos para mostrarse solícito y agradable a unos chicos que desde un “trapi” en vallecas querían viajar a mundos tan abiertos en sus abrazos como osunos en sus cerradas garras.
Ahora me decía, “tu que me has ofrecido a gente tan diversa como desconocida, incluso para ti mismo, no eres capaz de buscarme, yo que aquel día intente comprender necesidades humanas pasajeras”.
Creo que fue un momento duro para nuestra relación. Siempre traté de esconder la lagrimilla de profundo agradecimiento que resbaló por mi mejilla por su vuelta.
El tiempo que nos quedó fue muy feliz, aunque el siempre me miraba con una desconfianza por saberme más bien agarrado y que quizás saber que ese era el único sentimentalismo que me guiaba.
Pasado el tiempo, abrazo su recuerdo y en él, tantos mundos vividos. Aunque por ya mayor, no le pude ofrecer virguerías que ya en camas y arbóreos lechos, ejercía.
sábado, enero 02, 2010
La tortilla
Tres palabras justas: tortilla es tortilla, para despertar y comprender que ahí está el objetivo final, saber dar lo que los otros esperan recibir.
Puede haber un momento de desánimo por el tiempo empleado, por las ilusiones puestas, por la sensación de derrota. Recapacitas y ves que cada cosa añadida, ha llevado consigo cosas superficiales a las que querías renunciar, las que sabes que te hacen mal. Queriendo abreviar, añadiendo, dado que la labor se hacía ingente, has logrado adocenar, espesar algo sencillo y apetecible.
Gustavo Martin Zarzo en "el hilo azul, la pasión de contar, el secreto placer de leer", ya me había anticipado la elegancia de utilizar los terminos justos para comunicar algo. Exactamente "algo", no es la palabra justa porque una vez más, Gustavo Martín Zarzo, lo que consigue es dejarme desnudo ante la transmisión de las pequeñas historias, esencias en gotas justas de cada momento.
No hay nada grasiento en sus narraciones, es contarte una pequeña anécdota y una puerta se abre hacia una pasión desmesurada por leer y sobre todo, y quizás ese es valor que más le hace prescindir de lo pesado, del elemento estéril, al tiempo dedicado a la reflexión para extraer el elixir de los libros que al mencionar él, se convierten en una nueva odisea a la cual esas sirenas- autores te atraen, pero ya no, para despreciarlos, atado a mastiles de lecturas efervescentes, sino para navegar y sin quizás no llegar a Itacas, descubrirte, descubriendo en las orzadas y arribadas del timón, en arriar velas, en trasluchadas peligrosas, tus sueños, tu ir siendo.
Tortilla es tortilla, lástima que hace años, cuando leí un artículo de Gustavo Martín Zarzo, sobre el cine de Ingard Berman, no comprendiera que con pocos elementos, pero amándoles, sintiéndolos únicos, seleccionados en "Boquerías" expertas, debiera darles el súblime valor al huevo, a la patata, a la poquita sal y quizás, quizás, poca cebolla, para cuajándoles con delicadeza, sin prisa se consiga una explicación tan sabrosa, jugosa, excitante del, ahora, desencapotado cine de Berman o de los libros, buscados para amantes eternos en lecturas finitas