Una muy corta introducción para conocer que hay detrás de esta situación vital. El bombero lo ha visto cuando ha debido apagar el fuego originado en mi nave. Ha sido verlo y apuntar con su manguera; ok, era un rojo intenso y lo ha demolido. ¿Finalizado? peligro de explosión.
Tenemos un héroe, su subordinado, ser de mil recursos, vío lo que significaba ser sólo un libro y ha edificado un muro invisible dónde salieron aquellas mil razones para desterrarse, por las que se pierden las raices de abrazos de mamas, de ojos adolescentes, de fatigas en cuevas construidas con nadas.
Lucha de titanes, bomberos con un objetivo. El primero recibe una llamada, si, es él, Miguel, le dice que no tenga prisa, que se siente y vea que entre la globalización de los productos, de las materias, de los réditos, moviéndolos, como hojas, aparecen cabecitas sudorosas, llorosas, sufrientes, asustadas, que cada una tiene un corazón, unos sueños y unos besos que les alivían.
Nuestro visionario intrépido que vío venir lo que había en aquel rincón tinto, saca manos interminables y les abre camino a los migrantes entre piedras, espinas, trampas y hachas en mente, no mira sus corsés, sólo busca el desarrollo de sociedades:
En respeto, encuentros, ayuda mutua, caminando por los muros hechos rutas de reconocimiento.
Miguel Gila, no llama, y sin embargo, está. Cómicos de crónicas absurdas que bajo sus cascos construía cimientos sin venenos
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