domingo, junio 09, 2019

Gila y la cena catalana

Estoy leyendo el libro "Gila" y se me cae una historia que debiera ser suya porque yo ando en casa de la vecina pidiendo un poco de sal. Me había acostumbrado a lo soso, quizás es que la cena catalana me estaba resultando insulsa. Le dijé al maïtre no tendrá usted un poco de solomillo sin vaca, pero claro él me hablo de Matilde, aquella precursora de los cuernos sueltos que se insertaban en cualquier hombre despreocupado. Muy ofendido el cocinero divino, me aseguro que sólo podía encontrar ahí la esencia de esa preciada vaca absoluta.

Yo por variar le comenté que tendría que abrir su mente; en las "matildes", unas grandes y libres, existían otras partes exquisitas, incluso en otros animales que se habían metido en la cama, eso si para ser respetado, por mucho que un hombre en la cama....

 Asi, que hay me tienen, sólo, diciendo: "estoy libre" y subiendoseme estos de las certezas, que sueltan navajazos con bisturies, sin miramientos a lo realizan otros, sin concebir descubrir matices que les desnudarían el vacío de sus envolturas, porque sólo escuchan solemnidades desde sus atriles-proclamas celestiales.

Desde allí, con sus abismos el crédulo también resultaba herido e incluso muerto por inacción, o por las especias venenosas que vierten sobre las otras partes nobles, de una hamburguesa sin muerte. Por mucho que  aquellos presuman de una ocupación inmensa por el rey del manjar. Sin embargo, toleran que otras partes sabrosas fueran envenenadas desde su botica de las cloacas de patrias, de banderas para el odio interno.

Estaban estos expertos carniceros que metían los chuletones de buey, chuletillas de cordero silvestre,  en congeladores, para sacar siempre el mismo producto. El no va más, la identidad sin la cual, ¿qué puede saber de crêpe mi vecina? y sin embargo, me reuno con una gente, y me estabulan; les han enseñado a decir: si quieren una sociedad sin especulación, sabiendo quienes siempre ganan, quienes roban por encima de quienes son señalados como aprovechados, les ponemos una etiqueta y ya está. Nuestras exquisiteces, nos hacen únicos. Y al otro, lo despersonalizamos.

¿Serán seres estabulados con palcos tronos a pantallas de única vida? Llaman a los bomberos cuando se descubren quemados en sus ascuas y no, no se dan cuenta que sus números de teléfono fueron tomados para que siempre repitan tam, tam aunque se atisban en taparrabos para sus desnudeces, porque, a veces, se creen, inocentes, bien pensados, que ponen sólo magnesio para sus fotos, pero resulta que les han dado dinamita y rompen convivencias porque mueren respetos y se alian con el  dador, aunque sólo él haya sido chamuscado y pasan a ser nada, escondidos porque habrá otro dispuesto a fotografiar, dispuestos a explotar.

Sueño con Berlin, porque trabajar allí, es rebuscar para encontrar gente comprometida; aunque no veas, también coincides con gente que se deja llevar en sidecar para chocar contra muros

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