Me llega una cabra, llama y me dice, pero no, antes corro, sé que sigue porque tiene que seguir, tiene puesta una soga y a ella se encomienda y en ello, yo importo poco, si al final tiene alfafa, ¿qué soy yo?.
La realidad me hace evadirme a los reality con el que nos golpean la autoestima, en ella aparecen seres élficos que vuelan sobre la mierda que les alimentan; páginas en negro, de las rallas caidas de trajes a medidas que sirven de mordaza para quien cuestiona y de poltrona, al sumiso; horizontes que atrapan arco iris, donde sólo valen las bellezas de rosadas, jugosas, rasgadas de naranjas exuberantes, cubriendo la mano temblorosa de quien pisa tablones sin redes.
Comentaristas úfanos, tiemblan vigorosos para exclamar la magnificiencia, sudorosos sus futuros esclavizados a la postracción
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