Hubo, hace muchos años, una época que fue una especie de cinéfilo, sin comprender el sentido de lo que me estaba exponiendo aquella gente. Actualmente parece que reedito aquella pasión. Cuando hoy veía "las tres muertes de Melquiades Estrada", después de ver últimamente "Crash" o en la semana anterior "Buenas noches, buena suerte" (puede ser: Good night, good l???") o Manderlay; no puedo por menos que agradecer a esos directores que han ideado esas brillantes películas, su implicación por ofrecer ideas, buscar la belleza e intentar desentrañar el maremagnum en el que vivimos en esta sociedad.
La creación, sea de una canción, de un libro, de una coreografía, es un instante que eleva al ser humano por encima de los acontecimientos diarios.
En un ambiente sórdido, de una sequedad extrema y, por lo tanto ideal parar los planes urbanísticos de Polaris world y derivados, Tommy Lee Jones, creo que nos cuenta una parábola acerca de la utilización de armas en Estados Unidos y las cosecuencias del uso irresponsable de las mismas. La justicia, que no es capaz de impartir el Estado, se la toma nuestro personaje, haciéndo viajar al reo por un paisaje que hemos descrito en el inicio de la página, de una crudeza sin igual, con horizontes sin esperanza, combinandolo con sierras dentadas que llevarían al mismo infierno. El irresponsable y vacúo cuidador de fronteras, hundido, junto con su mujer, en un mundo sin esperanzas, es llevado a través de un purgatorio reparador que le hace humanizarse. En un tono lento, de atmósfera irrespirable, se recrea una coreografía de viaje por la geografía de la desesperanza.
En fín, tengo unas ocurrencias
Tommy Lee Jones,
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