jueves, septiembre 27, 2018

Compromisos periodísticos

Siete suscripciones que me regalan: eres y te acompañamos con nuestras búsquedas para que nos comprendamos

No, no llega esa lectura que me revolcaría en el placer de haberla recibido.
No, no escucho palabras que bañen la noticia que se encuentra sin olas.
y sin embargo, les apoyo, porque me reconocen ser humano, porque cogen una noticia a la que yo pondría mis vestidos para que nos flirtearamos y la desnudan, de mis trazos y la van mostrando con sus curvas ansiosas que provocan pasión pero también derrapes; con sus pálpitos no sólos de ansias por crearnos únicos por compartirnos, sino por conocernos derrotados en nuestras certezas que nos hacen renacernos.

Ser carnecrudo, es volcarme en la rebeldía ante la putrefacción de la aceptación de la bazofía preparada en dosis de odio hacía mí, receptor rebaño. Ser carnecrudo es revolcarme entre músicas inconformes hacía plenitudes que me burbujean para recibir un día determinado, un programa sobre un país que nos impone comportamientos telúricos de aceptación y sin embargo demostrarnos con llamadas a pantallas de vida que por un lado, los sindicatos clásicos ven la inmediatez de agarrarse a una barra, sin anclajes que nos hundirán en miserias cotidianas que nos harán encerrarnos en nuestros actos ante el poderoso, clamando avisos y miedos contra el diferente que siempre somos nosotros. Por otro lado, un sindicato de muchos unos, en encuentro, nos dirán palabras que no habrán tenido tiempo para explorar y por último, tras otras llamadas, nos subiremos al barco de ecologista en acción que sí, se atreverá a decirnos soluciones sin arnés, dificiles, sin glamour pero con las que zarpariamos para  liberarnos de nuestra esclavitud aceptada. Cuantos días, me son así, elaborados por crudos y javieres que me miran en 15M, que nos proclamaron: Ser, no os hundáis en las miserias de los que repiten en aguas placenteras con lechos de podredumbre.

Mares y ríos


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