Si tuviera un sólo segundo, para agarrarte y te hicieras realidad. Te besaría infinito, me calmaría pensar que he descubierto que quien violo tu vida, te habría llevado con su nombre a ser un capitán en una policia lejana.
Iré allí en Enero y le hablaré, te hablaré con la danza que corroe mis entrañas sin poder salir, usaré esa lengua tan desconocida pero tan buscada. Miraré a los banqueros de yates felices, de casa fantásticas, de niños etiquetados, de postales bronceadas, impotente le robaré una mirada, para dársela a los imposibles, a los Cantona al que los medios de comunicación nombran mil y una vez como fracasado, cuando admitimos una sociedad gobernada en timbas sin escrúpulos, a los Julian Assange perseguidos por arrojarnos en nuestra cara, las mierdas que sabemos tenemos que aceptar, para ser aceptados; a los ojos que buscan una compasión, recordarnos nuestras equivocaciones para desnudar nuestro sentirnos reyes; a los jóvenes que mueren como murieron los que en Stanlingrado defendían lunáticos proyectos de jugadores de poquer inmisericordes, táhures a una vida infinita, táhures reconvertidos hoy en banqueros con llaves a sueños idiotas, de escondidas bases enlozadas.
Sueño un día para tus sueños, lamer el corazón para sentir que siendo lo que somos podemos salir de nuestras cárceles para entregar algo que poseyendo, devolvemos envueltos en las tibias mantas de nuestros anhelos y nuestros pálpitos.
John, querido John, eres la melodía oculta del lejano amor soñado. Creció en el silencio, la necesidad del segundo robado, que haré infinito ahora con mis pasitos.
Si, en un mes, un capitán me orientará en una brumosa rotonda, hablaría con los Leopoldo, Yeats, Joyce, para decirles que les descubró para cubrirte; el frío surgió en una ráfaga alocada. Si pudiera matar las armas, con tus letras, sería cañonero de la imaginación, de los sueños realizados. Ese segundo, te beso
No hay comentarios:
Publicar un comentario