Leo de forma caótica, sin solución, manantiales de páginas, engendradas para saciar sedes de verdades y miedos a vacios; amamantadas por los mil mundos que conviven entre caidas otoñales de apabullantes colores con impregnados olores. Sólo, en una foto que pudiera ser preludio de entrada entre barrotes físicos, posa espléndido un ecuatoriano que hace años vive, inmerso entre nosotros, yaciendo en la cárcel que hemos ido tejiendo y que no hemos aniquilado aún.
Tuvó él, tuvieron unos cuantos miles, la ensoñación de haber llegado al Itaca, donde las ubres parecían poder saciar, ya futuras vidas estables, trabajos que surgirían sin fin de brazos preñadores de idealizadas nuevas mansiones.
No obvio su culpa por echarse en mórfeicas manos que anestesiaron la consciencia de su verdadero ser y le lanzaron a intentar engañar al ente que por torpe, llegaría tarde.
¿Que puede decirse de quien tiene un derecho a un compromiso con la vida en forma de hijos y mujer, protegidos en una casa que les diera calor en estos otoños ventosos?
En otra foto, de dominicales llenos de glamour aparecen disfrazados entre trajes y corbatas quienes emprenden, crean y posiblemente, también nos dominan, guiando nuestros pasos vetada la luz, en marcadas gafas de luces sombrias. Son empresarios, son banqueros, son los poderosos. Y la imagen del soñador de nuestro mundo global, entra en la fotografía de los inhumanos manejadores del dinero, se pone de rodillas ante el dominador que no quiso controlarse, controlando lo que él sabía que no se podría producir, que un eventual fijo pudiera aspirar a dar tranquilidad a las gente que quería.
No permitirán, los hacedores que la fotografía se produzca, sentados partenales, recibiendo arrodillados a quienes han osado aspirar a ser ellos mismos, en sus familias. Preferirán las fotos abrazando incluso a sus inferiores, riendo, siendo cercanos. ¿Qué somos allí en el fondo del precipicio?. Aspiramos a ver un camino que suba sin démora a las cimas; el agotamiento nos devolverá al inicio para que guiados por la poderosa razón del saber quienes somos, podamos emprender caminos que buscando curvas de nivel que se unan por suaves pendientes, acordes a nuestros avances rítmicos.
Cuando poder la foto sin color del solitario, cuanto terror las poderosas mil luces de quienes nos pueden meter en un hoyo oscuro
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