Sigo, ahora inglés, ahora teatro, ahora las clases que quisiera aprovechar en la plenitud, no hay tiempo, el velo se pone para no mirar la sala de las paradas obligatorias. Allí, sin embargo, están todos los sueños en tres mil años. Los anfiteatros contemplan los amaneceres donde las pasiones claman entre piedras dadivosas; las ágoras sosiegan, entre mesadas barbas, visiones que tracen los motores a mundos cambiantes, termas oyen los poemas con palabras hechizadas. Sigo, pero labradas fauces, aran las dentelladas mostradas en las intimas costuras.
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