Un domingo más, en ritmos vitales acomodados, ausente entre quienes viajamos por caminos que son mundos, entre sudores que son vidas, entre variaciones en velocidad que nos dan los años ya vividos.
Cabalgada solitaria, en lo oído, dicho, jugado en el día de ayer. Sueño ser una línea de joven Donnelly, homenajeado en la ciudad de la dignidad, donde no se refugia la balanza de fiel del odio. Malabares de palabras, no las embacaudoras y fícticias del talismán sin fondo subvencionado para martirizar la realidad.
Se acortaron los tiempos, tu que momentos antes de marcharte viste sangrar las aceitunas. Transforman jovenes inconformistas tus sueños en frenéticos diabolos de mil formas, en pelotas gigantes donde el equilibrio busca sobrevivir ante oráculos del dios dinero. Siéntete vivo entre los puños de eternas señoras que acuden en vuestro recuerdo.
Guia mis palabras hacía el mimo que homenajea la consciencia, control del gesto que habla por los codos.
Donnelly, irlandes que luchastes por restituir la dignidad entre los corazones de un país desconocido, sabiendo que ese era tu mundo. Me recuerdas, me recuerda la película "Sophie Scholl" el erial que produce la bajeza del silencio complice, miedoso, de los que aspiran a vivir tan bién como pasar inadvertidos, aunque como en una metáfora, podamos contemplar hoy en una foto que la base pisada pudiera ser pura mierda.
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