martes, julio 21, 2009

Un viaje

Estos días donde Joaquín ha decidido tomarse un descanso. Mariposeo dando palos a ciegos y sin embargo, sé que tengo que llegar aquí, por si este texto Maribel y Joaquín lo toman como una muestra de cariño hacía ellos que así ha sido pergeñado.

El viaje fue a Manchester, un lugar donde el sol repartía su tiempo con las nubes, con la lluvia y y con brisas relativamente plácidas. Hoy siete días después, abatido por el calor y el sol dictatorial sigo dando vueltas a las preguntas que siempre me asaltan cuando me acerco a mi puesto de trabajo.

Como es posible que alguien pueda aspirar a tener campos de golf en un secarral, en el imperio del dios Sol. El dios Sol nos da placidez, piscina, cuerpos adornados por sus matices; pero el dios Sol, no da verde.

Quien aspira al dios Sol y al dios Verde a la vez, sabe que por detrás existe un precio que alguien deberá pagar y ese precio es muy alto y además es oscurantista porque se le adorna de buenura y a veces, de beldades satisfechas con vellones, pero los paganos somos nosotros.

Seguro que los gastos son más alto que los daños ocasionados por los llamados radicales, extremistas.
En los outlets y en los vindages de Manchester rebusqué al principio de mi estancia en la ciudad para encontrar una equipación que me haga ser llamado radical, pero cuando me los probé, no me gustaron.

Los trajes en su origen fueron engendrados para tapar los tatuajes de los insaciables del dinero y del poder; siempre me pregunto, por que esos no son tachados de hienas

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