martes, septiembre 12, 2006

Donosti

Despierto Donosti, carrera en Igueldo, brazo del norte, mar, amigo del escondite, quizás tapado por los de Zarautz para presentar un mar bravio, a desprevenidas traineras; brazo del sur, tapiz de infinitos valles, velo preotoñal, abrigas en despertares. Arrastro mi tienda, entre pendientes, echo mis pasos, por Madiola, Iñaki, casa de "vascos", señorio y sensibilidad. Antes, siempre ya, nuestras chicas de oro, que no he tenido el detalle de visitar, permanecen dormidas, entregadas en oficio, sencillez y amabilidad a saciar hambres ajenas. A realizar milagros para los mercurios de la Behobia-San Sebastián.

Donosti, hoy son tus traineras, no te veré como tampoco veo el juego de mis antiguos chavales, permanezco sólo yo. Donosti, llena de gente, de inquietudes, de bellezas, que aunque subalimentada, es capaz de comerse todo mi aire a su paso.

Donosti, cruce con ciclistas que me asusta por la hora, y él se asusta por haberme podido decir algo mal, complices. Entre los primeros aires, ilusiones amarillas de Orio, el corazón trépita convulsionado esos dos amables brazos. El sur, despliega sus colores, sus matices entre caballos, alados sobre pendientes eternas. Intuyes el amor que puede ser alguien, así mecido. En mi tierra seca, de moduladas cimas, ves horizontes, saeteados por construcciones sin fin. Aquí, perdonas caserios dispersos, en mi tierra, en la actual situación de sequía, no entendere la siembra de la dispersión del gasto.

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