jueves, julio 13, 2006

Agua.

Agua, agua, agua, tan tórrida, tan deseable, tan de vida.
Vida, vida, a ellos que ofrecen estados tan placenteros, tan lúdicos,
vida para el sediente, cede en su sed a las luminosas palabras.
efervescentes campos, os relamíis ante la potencia del seductor.

Terciarios defensores de palabras, soporte de "nobles ideas"
agarrad el día, la hora del que vaga
deshaceros del tesoro de la palabra y convertirla en hábito
Hablad del desgarro producido por las altisonancias del ávaro
que en su codicia por el agua, utiliza la bajeza de nombrar el trabajo
del explotado como bien social producido y la beldad de lo que se acaba
olvida mencionar que el utilizará al ejército cuando alguien, no sólo defienda su dinero,
sino sólo su derecho a tener el mínimo esencial para beber, incluso para mojarse la lengua, será entonces un sin sentido las palabras del loco acaparador, cuando su inmudicia por tener halla llevado a perder incluso vidas. Siempre fue así, dura realidad, por encima de la vida de las palabras y ahí nunca habrán estado aquellos vocífeos personajes de cataclismos

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