Tom Joab, esencias de ser en el polvo de sus botas, cabalga autómata, poseido por las "palabras-spots". Eterna honradez del ser humano trabajador que se encaminan hacia las "ideas faros". El poderoso se apropio de aquellas luces: tranquilidad, dios, equilibrio y sobre esos cimientos, vistió falsedades. Papa Tom, extenuado de un viaje por el desierto humano, entrego el amor de su trabajo por la familia, incluso para obtener unas coles silvestres. En la opacidad de la luz, el otro ser, consciente por sus próximos e incluso viendo más allá, le enfrenta con su propio recorrido por los infiernos, Tom, caído el velo, quebrada su visión, nunca, ya, esperanzada, comprendera que su lucha es contra el poderoso y lo aceptará. Será cruel aceptar que sus iguales, sumisos a los faros le tratan de aparcar de la sociedad, por sus mismas miserias, aunque esclavizados, asieron tablas que implican el hundimiento del otro y, desde ahí, emprendieron un viaje sin retorno a su autovejación humana.
Tom Joab, 80 años después, 80 años antes, existe sumiso, atrapado por los secuaces, entregados al capital, siempre filibustero, siempre maravilloso, eternamente inhumano
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