Es el cielo, se ha vuelto plomizo, empiezo los primeros pasos, ha llegado la primavera y preveo que haré bastante tiempo corriendo, hoy no siento la pesadez de muchos días. La lluvia amenaza con acompañarme durante toda mi carrera. Una vez más, mi cabeza empieza a cabalgar por las hermosas praderas que tiene a bien regar el agua y ese agua, monta conmigo y recorre satisfecha mi mente, que agradece tener amigos que conscientes de la ausencia de agua, incluso cuando el agua de la ducha esta por calentar, antes que desperdiciarla ponen un cubo para utilizarla para fregar los suelos: Como puedo exponer eso a quienes creyéndose mecenas a la pobreza, utilizan, para ganar sus dineros, el agua de una forma desenfrenada.
Casi ausencia de árboles pero la primavera brota, como se destapó estos días el tapiz de las zonas extremeñas. Acompañado por el agua del Henares, uno mi esfuerzo a quienes hasta hace poco fueron mis compañeros. ¡Qué ironia!, denegarnos el permiso de navegación en el río Henares, a 12 piragüistas, porque contribuiriamos a la sobreexplotación de esta cuenca hídrica, machacada por fábricas, pueblos y explotaciones, sin depuradoras.
Dos árboles, ofrecen sus siluetas al ensueño de la primavera, el color lila, arroba mi sentido de tal manera, que cambiando la carrera le hace encaminarse hacía sus contornos, ansiosos de abrazar las hojas sibilinas.
El atardecer acuoso, brama el deseo por la enseñanza y por su continúa, necesaria mejora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario