TYCE, podría ser el compañero de Tiza y sin embargo, ayer
fue como una pizarra donde se escribieron unos momentos indescriptibles.
Se juntaron unos artistas que dibujaron estrellas en el corazón de los mayores
y mundos mágicos entre las pequeñas que batieron el espacio con las pulsiones
de vidas sin límites.
Fue posible la travesía al Itaca, donde podamos dar puentes
a la vida, porque en mi ciudad existen seres que decoran lo invisible con los
paños de su entrega cotidiana. No es posible juntar a Klandestinos y sus
canciones para bodas con la humanidad, ni a Marta con las caperuzas y sus
bailes con los decorados para una vida, ni a Hasni, el malabarista del absurdo
en las palabras, si por las calles no izarán velas gente como Blanca, Alberto,
Belén en los días de los vientos sin rumbo.
Necesitaré las herramientas de PorCausa para que Chantal las
muestre en tutorial en la consciencia rebelde que entienda las amarras que
ahogan las vidas si no acribilladas por las armas globales de las necesidades
humanas; que en el narcotismo de lo repetido lejano, atiende como el suelto
periodístico que 6.000 vidas fueron rescatadas este fin de semana, en el
Mediterráneo, pintadas sus caras en
acuarelas al horror; de la necesidad de su consciencia fueron teñidas de
los colores en besos de Sefi, Alicia y Gaspar para que jinetes nacientes aprendan
a ser envueltos con el barro compartido de nuestros caminares comunes por
sendas sin exclusividad; tintes malabares para rimar mundos posibles con la
zozobra lejana.
Magno esfuerzo de Alejandro, para horadar las venas de arena
encallecida, con Juan, Fiorina Girovaga y su troupe fetén, que reaviven la
circulación a las extremidades, ahítas de abrazos, que tejan firmes donde
anclar los vientos de casas comunes sin las fronteras de los egoísmos y allí, Isabel
acaricie con las cortinas de su sonrisa las entradas de los marinos sin
guía, a las cuevas donde Cíclopes, no
podrán culminar sus ansias, por las disfrazadas liras de Ángela, Pedro y Pablo
que embriagarán los pasos de los eternos insaciables, para que esta vez, al
menos, los corderos escudos a lobos, sean confundidos con las vibrantes notas
de las manos amarradas a los bailes callejeros de la convivencia.
Allí Cristina, pasión rítmica ante las parálisis de los
seres castigados, alza las manos para engarzarse con los Tonis eslabones, más
otros de nombres por mí olvidados, para crear cadenas que nos anclen a las
vidas posibles y no que sean las enroscadas serpientes, círculos asfixiantes a
condenados pulmones en miedos paralizantes.
¡Qué fácil fueron las horas! Con los remos hechos de madera
trenzada de hilos cómplices en miradas; montados en las olas, sujetamos impertérritos el
timón para que sus velocidades al sobrepasarnos, no nos desvíen de la polar percepción
del otro.
Maletas de mi maestro Luis, pintadas por el corazón que
siempre zarpa, ofrecidas como mesas para picnic de los encuentros, quebradas
las falsas patas del miedo a lo desconocido, del odio al diferente, de la
inacción ante el poderoso más, la última, prepotencia ante el debilitado
Los mares a enfrentar son insaciables, tragaron a
seres humillados y cansados, partimos ante las sirenas que nos aterran a la
búsqueda de un té, que nos narre las mañanas cansadas entre jazmines o les
narremos las palabras danzas sobre los muros que derribaremos y los pasos fronterizos
en los que nos encontremos sin líneas
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