domingo, febrero 28, 2016

Creo que me he ido

Leer, ¿Por qué me atrae tanto? y ¿desde tan pequeño?, aunque empezará, al final, ¿cómo todos? con los comics y el As, con el que intentaba saciar siempre mi entusiasmo con el fútbol; primero del último me desengañé, cuando descubrí que visitaba continuamente lugares comunes, sólo que con diferentes nombres. Habiendo llegado, en esta época oscura de ocultar el razonamiento, con los medios audiovisuales que les dedican un tiempo extremo, a la vulgarización del deporte y la sublimación de la banalización de ser una estrella de 5 segundos.

En aquella época descubrí El País, ¡Cuánto tiempo hace de ello!, me quisó desengañar un representante de la Verdad, que dijó que no tenía de cierto, ni mis deportes; por supuesto, me hice acérrimo lector de este medio, del que quizás demasiado lentamente me ido dando cuenta de sus grandes cojeras; aunque no puedo negar que sigo siendo un ansioso de la lectura de algunos columnistas y reportajes. ¡Me enamora el periodismo!

Por eso ahora, me suscribo a varias de ellas, porque poder deslizarme por los artículos de La Marea de este mes, es sentirme arropado por gente honesta que se queda a vivir en la noticia, como Kapucinski, para que yo pueda visitar las habitaciones de los hechos. Los ladrillos del artículo de Isaac Rosa, son del color rosáceo de la ironía, para despertar a las mentes dominantes que buscan asustar de los colores chillones a las mentes que se mecen entre los sobresaltos de las adormideras.

Cuando Javier Gallego se introduce en los laberintos de los habitantes de los lugares comunes, patea los cimientos de la impostura, aunque allí, se han establecido algunos seres, constructores de salidas secundarias.

Y cuando, vuelvo a Viçens Navarro, me descubro como el polizonte de un barco que navegó en los mares revueltos del odio, de los seres que se establecieron; pero ahora quiero bajarme porque soñamos nuestro mar con mil olas, cientos de monstruos y variadas tormentas perfectas pero nos dimos la mano para agarrarnos a los timones, garfias, cotas, velas y con ese calor creimos que prodiamos soportar los embates de la naturaleza y los piratas que se establecieron para ser la clase del orden y sí, ví que en aquel barco, las manos tenían cuchillas. Y espero, saber dar mi mano a los que dicen "málditos" por querer leer los vientos y aguas

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