lunes, noviembre 22, 2010

Behobia (a Taber, tan imprescindible)

Caminos de colores, sendas de ida y vuelta, público que empuja a un desválido, Te haré un paño, donde impregnar los sueños, bordados por los hilos a los que me he asido; será mi única e instransferible bandera para enardecer los tiempos vividos. Arropado por el frio que atenaza los pasos sin rumbo, tengo un guía que conduce incansable, que atrapa los horripilantes efluvios para convertirlos en una expansiva bondad risueña, que escucha a lo lejos, la impanciencia del niño de arremolinada cabellera, que ya es un sabio escondido en un increible cuerpo creciente, que escuchó lenguas extrañas, en las que percibió amor y sabiduría, la misma que él transmite sabiendo leer de todas las bandejas que exponen sus extraordinarios y absolutos sabores; soy pasajero del mundo real, trufado de bromas e ironias, de trabajo y de la absurción de la responsabilidad de aceptar al ajeno para convertirlo en él. Descubro mundos viajando en la cuna de la cómoda de infantigables ruedas, que aunque intercambiables siempre tienen el sabor de la goma que quema enojos para abrir el corazón a los corazones, que torna el petroleo, en bebida que embriaga el espíritu para buscar o en lluviosas o ventosas o soleadas mañana, el elixir que cada año nos haga ser esclavos de un viaje de ida y vuelta, para encontrar con los Cíclopes del desentreno, la enfermedad, o los cuerpos incansables, para encontrarnos con unas gentes que salen para en su apoyo llevar al extasis de los segundos contados.

Podré hacer caminos, hicé veredas y ríos, y en este imperceptible tiempo de siete años, anudamos nuestros maillots a las sonrisas, ironias, risas, cansancios y comidas y si disfruté, fue porque estuvé, fuí y sentí conviviendo con quien quiso hacerme importante por sus cálidas presencias y es por eso que seré de colores, me llamen o me tilden, porque estoy en una fiesta deseada

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Siameses y mercader

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