Puedes desear volar a un pais lejano, que siempre me dió calor y que ahora anda un poco averiado. Puedes salir a correr, ya tarde para luego oír y sentir con los demás, y contemplar que la montaña se te viene, cuando el horizonte expulsa a nuestro veneno, que los árboles que se desvisten, se agitan para saludar a ciclistas, recolectores o seres con carreras de cortos pasos. Y un día frío como hoy, cuando corres, bien abrigadito te trasladas a la ciudad soñada y amada y quisieras convertirte en un gigante, de tembladores pasos, de campanas estruendosas, de mirada limpia, de corazón agitado para decirles, que mañana sí y siempre sí, que tienes que ir a votar, arrastrándote por las flaquezas, con chichoneras por los pasos mal medidos, tapándote por las podedumbres; sí porque pasado mañana, alguien te gobernará, y no, no son todos iguales, por los menos los ideales. Han luchado, y se han sometido porque nos guian maquiavélicos seres desde escondrijos de glamour. Nos queda, ese papel, que lleva impresas flaquezas: si, las de sindicatos y políticos; sólo existen esas, no nos interesa reconocer nuestros fallos, engaños, nuestros sometimiento a irracionales poderes. Por la otra cara, rellénalo, de una esperanza consciente por vivir rodeado del otro, que siempre nos va a influir; rellénalo que sepan que nos dominan, nos incitan y después nos ahogan con nuestras pequeñas ilusiones pasajeras que quisieramos eternas, pero que poco a poco, desde rincones lentos de cada día, descubriremos y exportaremos pequeños frasquitos de felicidad con esencias de las cosas pequeñas, de rebelarse contra lo que somos aunque agradezcamos lo que podamos recoger.
Hubiera danzado con Loquillo, hubiera indagado en el CCCB, hubiera entrado en librerias para sumergirme en las palabras, hubiera besado a los seres que allí, entre el calor de la ciudad, me dan el brasero de su corazón.
Llegó el cansancio y el deseo de llegar, convertido ya en lo que uno termina siendo, se redujeron los pasos, los sonidos y la agitación, aunque esta de un soplido y a escondidas transmitió, árbol a árbol, el deseo de no rendirse y agradecer cambios que sin ser pocos, no hicieron tañer campanas
sábado, noviembre 27, 2010
lunes, noviembre 22, 2010
Behobia (a Taber, tan imprescindible)
Caminos de colores, sendas de ida y vuelta, público que empuja a un desválido, Te haré un paño, donde impregnar los sueños, bordados por los hilos a los que me he asido; será mi única e instransferible bandera para enardecer los tiempos vividos. Arropado por el frio que atenaza los pasos sin rumbo, tengo un guía que conduce incansable, que atrapa los horripilantes efluvios para convertirlos en una expansiva bondad risueña, que escucha a lo lejos, la impanciencia del niño de arremolinada cabellera, que ya es un sabio escondido en un increible cuerpo creciente, que escuchó lenguas extrañas, en las que percibió amor y sabiduría, la misma que él transmite sabiendo leer de todas las bandejas que exponen sus extraordinarios y absolutos sabores; soy pasajero del mundo real, trufado de bromas e ironias, de trabajo y de la absurción de la responsabilidad de aceptar al ajeno para convertirlo en él. Descubro mundos viajando en la cuna de la cómoda de infantigables ruedas, que aunque intercambiables siempre tienen el sabor de la goma que quema enojos para abrir el corazón a los corazones, que torna el petroleo, en bebida que embriaga el espíritu para buscar o en lluviosas o ventosas o soleadas mañana, el elixir que cada año nos haga ser esclavos de un viaje de ida y vuelta, para encontrar con los Cíclopes del desentreno, la enfermedad, o los cuerpos incansables, para encontrarnos con unas gentes que salen para en su apoyo llevar al extasis de los segundos contados.
Podré hacer caminos, hicé veredas y ríos, y en este imperceptible tiempo de siete años, anudamos nuestros maillots a las sonrisas, ironias, risas, cansancios y comidas y si disfruté, fue porque estuvé, fuí y sentí conviviendo con quien quiso hacerme importante por sus cálidas presencias y es por eso que seré de colores, me llamen o me tilden, porque estoy en una fiesta deseada
Podré hacer caminos, hicé veredas y ríos, y en este imperceptible tiempo de siete años, anudamos nuestros maillots a las sonrisas, ironias, risas, cansancios y comidas y si disfruté, fue porque estuvé, fuí y sentí conviviendo con quien quiso hacerme importante por sus cálidas presencias y es por eso que seré de colores, me llamen o me tilden, porque estoy en una fiesta deseada
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