Ayer, día 20 de diciembre en la Biblioteca Pública de
Guadalajara, tuvo lugar una charla sobre el río Henares. Cuatro preparadísimos
ponentes: Susana, Diego, Alberto y Juan Carlos nos hablaron desde diferentes
puntos de vista del daño que se puede
producir sobre el tramo situado entre el puente “árabe” y el puente de “los
manantiales” por una actuación que nada tiene que ver con el respeto a la
naturaleza y sobre todo a un proyecto original que tenía como fin, decía
Alberto, cuestionable de hacer una senda hasta la finca de Castillejos.
No puede ser Europa, ni la Confederación Hidrográfica del
Tajo, un ente del que se aprovechen otras instituciones o personas por su
lentitud de acción, para convertir ese tramo en un espacio desnaturalizado, por
la pérdida de fauna y flora y deficitario, por la invasión periódica del agua
que arrasaría un mobiliario urbano que no tiene ningún sentido en ese espacio.
La visión de un río, es mucho más profunda que el simple
hecho de ver próxima un agua cristalina, sin obstáculos, sin vida.
Siendo un proyecto con una alta financiación de Europa, su
ejecución se aleja del espíritu europeo de respeto a los espacios naturales.
Personas como Maryse, Jesús, Michel, Jean Louis participamos
hace años en un proyecto Sócrates, que desarrollaba, en Primaria, su temario
apoyándose en un antiguo canal, rezumando naturaleza, en su vegetación y fauna.
Aulas de la naturaleza, con respeto y cuidado de sus características.
Años después, en este espacio, durante una larga época,
entramos en el río Henares, para entrenar la modalidad piragüistica del kayak
polo; no, no era un río Henares vertedero, no era un río lleno de
contaminación, era un espacio que, particularmente, me hacía sentir en una
naturaleza pura, a la cual, tratamos en todo momento de respetar.
Por eso, se hace necesario, unir a la acción emprendida por una
serie de colectivos, un apoyo personal,
de la ciudadanía para nuestro demanda para preservar, uno de los espacios más
maravillosos que hemos tenido en nuestra ciudad y que no se puede convertir en
un corredero "guapo" sin personalidad.