Todo empezó este jueves, pòr la noche, en una cena. Alguién esperaba que yo también opinará, pero me encerré. Estoy demasiado triste. Oigo a Amando de Miguel, hablando de guerra civil, porque él está seguro que tendrá las armas, aunque no las razones ni las ganas de hablar de quien opinar al contrario de él. Quizás no ha entendido que siendo alcarreño, el sentirme tan español como él, aunque piense radicalmente distinto, nuestros momentos de encuentro viene por el diálogo y por la no imposición de nuestros pareceres. Si él, piensa que "el todo" debe estar unido, debe descubrir que es desde el respeto y sobre todo, siendo inteligente, buscando las cosas comunes que nos haga sentir participes de un proyecto común.
La tristeza me venía también porque la inmigración es uno de los miedos de los españoles.
Para mí la tristeza mayor es la desinformación. La aceptación de planteamientos que nos indican los demás. Viene el emigrante de una zona desastrada, donde nosotros hemos contribuido a mantener a dictadozuelos ávidos de dinero: Marruecos y sus generales corruptos. Argelia, Nigeria y las multinacionales que mantienen a déspotas, Guinea Ecuatorial y familia y así una serie de paises.
Decía Anton Losada, que el liberalismo capitalista no quiere el liberalismo proletario. La libertad de Rajoy, su "libertad con mayúsculas" que defendía, se acaba en lo económico. Colonizamos y nos extendemos por el mundo y a este no le dejamos crecer. Egoismo salvaje.
La tarea de los paises ricos, es aprender de los errores (no crear los guetos parisinos, entre otras cosas) e integrar a los que vienen (que gran labor tiene la iglesia y sus colegios para abrirlos para una sociedad más justa, donde todos tengan acceso a los conocimientos) y si de los paises pobres, obtenemos bienes o se los vendemos, deberíamos "obligar" a los mandamases de esos países a que la riqueza llegué a todos.
También otro miedo del rico. En "las uvas de la ira", el rico, el estable sobrevenido estigmatizan a quien viene en peores condiciones. Estos mismos tendrían miedo, de estar sólos, sin tener nadie debajo (¿nos imaginamos que no vinieran extranjeros?), sin empleados de la construcción, de tiendras, de bares, de gasolineras, de recogida de frutas (apoteósico el personajes de un pueblo de Castilla la Mancha, que invita a traer ilegales porque si no se perdía la cosecha). En fín, pedagogia y no tener miedo a la demagogia.
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